Esa cosa a la que llamamos amor puede ser un tanto subjetiva y para Roger Taylor, el baterista de Queen, se hacía patente en su vida a través de los automóviles.

Como algunos fanáticos sabrán, Taylor, además de ser un extraordinario músico, también sentía una enorme fascinación (amor, pues) por los autos rápidos y en 1975 compuso una oda a esa particular emoción, literalmente expresada en “I’m In Love With My Car”.

Quizás fue esa misma subjetividad la que no le permitió ver a sus compañeros en Queen lo importante que eran para él los carros en su vida, especialmente un Alfa Romeo que, según el staff de la banda Johnathan Harris, “era el amor de su vida“.

Cuando Roger intentó que “I’m In Love With My Car” fuera incluido en ‘A Night At The Opera’, el cuarto álbum de Queen, sus colegas creyeron que estaba gastando una broma.

“Hice un demo muy simple, y recuerdo que le pregunté a Brian: ‘¿Qué piensas de él?’ y me dijo: ‘Estás bromeando, ¿no? Estás bromeando’. Y yo dije: ‘No, Brian. Hablo muy en serio. Ya sabes, es [la canción] sobre un coche y alguien que está enamorado de él”.

Vía Rock Celebrities.

Sin embargo, Taylor estaba decidido a que su canción entrara en el disco, así que le puso un ultimatum a Freddie Mercury para cumplir su cometido: no sólo quería que apareciera en ‘A Night At The Opera’, sino que también fuera considerado como “Cara B”.

Eso significaba que Taylor, como único compositor, generaría la misma cantidad de derechos de publicación que Freddie Mercury por el sencillo principal, ‘Bohemian Rhapsody’.

El amor a los carros, su determinación y un pequeño berrinche (se encerró en el clóset hasta que Mercury aceptó), lograron que “I’m In Love With My Car” apareciera como Lado B de ‘A Night At The Opera’ y lo que es mejor, fue una de las favoritas del público y la crítica.