Cuando en 1965, Syd Barrett citó a Nick Mason, Richard Wright y Roger Waters para mostrarles un par de ideas que tenía con relación a algunas canciones que se separaban muchísimo de lo que, en ese entonces, se conocía como una melodía “habitual”, nadie se imaginaría que 57 años después, esas canciones darían inicio a lo que hoy conocemos como Pink Floyd.
Sí, decir que Syd Barrett es la razón por la que la banda existe es correcto, sin embargo, también podríamos decir que, con el paso del tiempo, casi se volvió en la razón por la que Pink Floyd casi deja de existir.
Luego de haber comenzado su carrera como Tea Set y descubrir que ya existía una banda registrada a ese nombre, el grupo liderado por Syd se cambió el nombre a Pink Floyd luego de que Barrett unificara los nombres de sus dos músicos favoritos, Pink Anderson & Floyd Council.
De ahí, la banda comenzó a girar por los circuitos locales de la escena europea, llevándolos por todo el viejo continente y posicionándolos en el gusto de un nuevo público underground, que poco a poco comenzaba a hablar cada vez más de ellos.
Y mientras Pink Floyd crecía, Syd Barrett creaba lo que dos años después, conoceríamos como ‘The Piper at the Gates of Dawn‘, el álbum que no sólo los llevó al estrellato y a conocer América, sino también a firmar con EMI e iniciar el capítulo más emocionante para la banda, pero obscuro para Syd.
Desafortunadamente, antes de alcanzar el éxito, Barrett ya mantenía un estilo de vida al que él consideraba “auténtico” por la naturaleza de su música y su personaje en el mundo del “rock n’ roll”, pero que en realidad era un espiral de adicciones, trastornos mentales sin tratar y conductas autodestructivas muy peligrosas.
Para no hacer este cuento más largo, Syd era un auténtico “true”, uno que no tomó a bien firmar con EMI, bailar al son de una disquera y tener que obedecer órdenes ahora que había tanta fama, éxito y dinero de por medio.
Barrett le perdió el respeto a todos; a Roger por “tibio”, a Mason por “borrego” y a Wright por nunca decir nada. Incluso cuando entró Gilmour a finales del ’67, Syd le recibió con cariño a pesar de estar consciente de que él vendría a sustituirlo. Sin embargo, le dio la bienvenida pues lo consideraba un “músico de verdad” ya que juntos giraron en camiones, durmieron en paraderos y se escaparon de sus casas únicamente con unas mochilas y sus guitarras, viviendo el auténtico sueño.
Aún así, todo eso se perdió, y es que tener el respeto de Syd era algo muy complicado, sin embargo, había uno al que admiraba y aplaudía por sobre todas las cosas: Jimi Hendrix.
Tal y como farout reporta, para Barrett, Hendrix era un ejemplo no sólo de cómo comenzar, cómo lograrlo, cómo manejarse en la industria y cómo dominarla.
A diferencia de sus demás colegas, para Syd, Jimi era libre; sí, tenía sus compromisos con la industria pero todo siempre acomodaba a cómo él quería porque era tan bueno y virtuoso, que tenían que hacerlo.
“Él sólo tocaba la guitarra, brincaba por todos lados y disfrutaba de la vida. Siempre quise hacer eso; era todo lo que quería hacer en realidad”.
Sumado a eso, Hendrix no dio freno a su vida de excesos y, aunque para Syd eso fuera heróico, todos sabemos en qué termino tomar esa decisión.
Así que para Barrett, Jimi lo era todo. Siempre quiso ser como Jimi, y siempre sintió que, la gente que le rodeaba, no le permitía alcanzar ese potencial.
Al final, Syd salió de la banda el 06 de abril del ’68. La última vez que se le vio, regresó al estudio con Pink Floyd sólo para reafirmar lo que ya se sabía: no les tenía respeto, admiración o paciencia; hizo a menos todo lo que la banda hacía y cuestionó el liderazgo de Waters.
Luego de ahí, Barrett se recluyó en casa de su madre en Cambridge hasta que perdió la vida el 07 de julio del 2006.
Vive rápido, muere joven. Syd merecía más de lo que las adicciones le dieron y le robaron. Descanse en poder.
En otras noticias, quizás Barrett tenía razón, quizás Roger Waters sí no sea la persona más grata del mundo y menos diciendo este tipo de cosas.