Khruangbin siempre ha sido un proyecto cuyo concepto musical ha gustado de oscilar entre las líneas de las voces psicodélicas y las paredes de una estructura instrumental.

Sin embargo, lo correcto al escuchar a una banda tan experimental como la de Laura, Mark y Donald siempre será no caer en etiquetas, moldes ni figuras, y solamente disfrutar de la música que nos tienen para ofrecer.

Y por mucho que intentemos hacerlo así, nos resulta imposible no clavarnos y querer desmenuzar todo lo que compone a Mordechai, su nuevo álbum producido por el genio Steve Christensen quien, en un giro inesperado, ha retirado a la banda de ese sonido melancólico y romántico (casi perfecto para romancear en una tarde lluviosa), para colocarlos en un aspecto más funky y bailable, sin alejarse de sus bases psicodélicas y experimentales.

Compuesto por 10 canciones, este álbum deja de sonar a un “viaje” (que es básicamente a lo que siempre suena Khruangbin), y suena más bien a una “llegada”; como un motel con luces de neón, como un bar con vibra setentera, como una cerveza fría después de 14 horas de carretera.

Mordechai es una obra invaluable que ya puedes escuchar, y que sin lugar a dudas llega con una calma disruptiva en un 2020 tan caótico.