Cuando un festival se cancela o se pospone, es normal que la gente (es decir, el público) crea que la única labor que tiene el promotor es la de reagendar la fecha para la comodidad de las bandas, ó prácticamente hacer la devolución del dinero.

Qué bello sería el mundo si esto fuera así de sencillo, pero la realidad es que, detrás de una cancelación, existe un mar de deudas, problemas, compromisos, lagunas legales y temas administrativos tanto internos como externos y de impuestos, lo suficientemente grandes como para hundir hasta al barco más grande.

Y en esta ocasión, el barco del que hablamos es Glastonbury, ya que podría declararse en bancarrota en marzo del próximo año 2021.

Tras la dura cancelación de su edición 2020, producto del inicio de la pandemia provocada por el COVID-19, el fundador de Glastonbury, Michael Eavis, confesó en entrevista que la situación actual es extremadamente delicada, ya que de no mejorar (e incluso de no tener la posibilidad de hacer el festival en 2021, como las medidas de seguridad aparentan prometer), Glastonbury como negocio, como empresa y festival, podrían irse a la quiebra.

Y mientras que su padre no parece estar positivo frente a la situación, su hija, Emily Eavis (quien es co-organizadora del festival) decidió tomar el micrófono para anunciarle a los fans de Glastonbury que, si bien su papá no miente, tampoco es para preocuparse a ese nivel pues el festival ha navegado –según sus palabras– por aguas más peligrosas que esta y por crisis muchísimo más agresivas.

Entonces, ¿Glastonbury volverá en 2021? Eso dependerá de las regulaciones de salud. Todo apunta a que el próximo año, en algún momento, las cosas volverán a la normalidad. Sin embargo, ¿cuándo, cómo, y dónde? Esa es la parte que nos mata porque aún no lo sabemos.