Kurt Cobain es una de las personalidades más destacadas del siglo XX. A menudo visto como un genio atormentado, la meteórica carrera del líder de Nirvana es todavía objeto de inspiración y asombro. Sin embargo, la otra cara de la moneda pinta a Cobain como un hombre iracundo e inestable. De hecho, en la década de los 90 amenazó de muerte a dos periodistas, y lo que dijo lo dijo en serio (vía Louder).

En 1992, las periodistas inglesas Victoria Clarke y Britt Collins viajaban junto con Nirvana persiguiendo redactar una biografía titulada Flower Sniffin’, Kitty Pettin’, Baby Kissin’ Corporate Rock Whores . Todo iba bien hasta que las mujeres intentaron indagar “demasiado hondo” en la vida del líder Kurt Cobain y su controversial esposa Courtney Love.

La pareja se mostró claramente molesta cuando las reporteras empezaron a entrevistar a personajes de la vida privada de Love, incluyendo a sus exnovios. La cereza del pastel fue su acercamiento a la escritora de Vanity Fair Lynn Hirschberg, quien había publicado una nota sobre los problemas de drogadicción de ambos y que podría haber provocado que les quitaran a su bebé, Frances Bean.

A través de una serie de amenazadores mensajes que dejaron en el buzón de su teléfono, Courtney y Kurt dejaron claro que no estaban jugando. “Usaremos cada dólar que tengamos y cada pizca de nuestro poder para joderlas”– amenazó Love.

Es entonces cuando interviene un irascible Cobain al que no le importa que su voz quede grabada y la usen en su contra en los tribunales. Si sale algo en este libro que dañe a mi mujer, les haré daño. No me importa si es un mensaje grabado, estoy al límite de mis fuerzas…”.

Supongo que podría tirar unos cuantos miles de dólares para que las eliminen, pero tal vez lo intente por la vía legal primero (…) A estas alturas probablemente sepan que me importa un carajo si tienen esto grabado, o si lo usan en un tribunal…”

La historia dice que en cuanto escuchó los mensajes de Cobain, Victoria Clarke llamó a la policía pero, como no lo arrestaron, empacó y salió inmediatamente de Seattle.

Al final, fue la vía legal la que acabó con Clarke y Collins: al parecer, los directivos de Nirvana interpusieron una demanda para impedir la publicación de su libro. Sin embargo, las grabaciones de su contestadora siguen intactas, y las puedes escuchar a continuación.