Desde que surgió la idea de hacer esta entrevista, la idea que teníamos flotaba y se centraba sobre el contexto que rodeaba a Jumbo en ese entonces (1999), en contraparte con lo que se vive hoy en día, 13 años después. Un parteaguas indiscutible en la carrera de la banda fue la partida de los hermanos González, quienes se hacían cargo de guitarras, teclados y baterías. Durante estos tiempos obscuros en los que la banda estaba rota, fue que entró Beto Ramos a la alineación: “Vine a poner un poco de estabilidad en la banda, realmente no se sabía lo que iba a pasar ni había un rumbo fijo. Encontraron un elemento que les parecía ad hoc al proyecto y vimos que había Jumbo para mucho rato más. Esa fue mi principal aportación al principio. Ha sido un proceso de años en cuanto a mi participación en la banda, ha ido de menos a más. Ellos estaban muy acostumbrados a trabajar entre sí y cuando entra alguien nuevo pues hay que acostumbrase. Nunca dejé de creer que eran una gran banda. Creo que ahora lo hacemos mejor que nunca en vivo y en estudio”.

A lo largo de 15 años de vida, una de las cosas que más cambia para una banda es el público, Flip lo ve de la siguiente manera: “Se ha ido sumando y ha habido gente que se ha quedado fuera, definitivamente ha crecido mucho. Cuando salimos éramos el grupillo de moda en cierto estilo, estábamos en el Top Ten con los videos, en el radio a todo lo que daba. Teníamos un público que se identificaba en su mayoría con la música pero también había quienes se identifican con el grupo que estaba de moda, con ‘los que ahorita están sonando’, lo que sea que eso signifique. En México hay una edad rara como cuando te graduas o te casas, de ser un melómano acabas oyendo Luis Miguel y U2, de repente dicen: ‘Es que yo escuchaba…’ y ¿por qué dejaste de escuchar eso vato? (risas). Es un fenómeno raro del país. Han habido momentos masivos y momentos de más nicho y culto, pero siempre ha habido gente enfrente muy a toda madre”.

Desde sus inicios, la banda ha citado como influencias al blues y al rock and roll clásico, siendo un grupo sumamente técnico arriba y abajo del escenario, apostándole a canciones con solos de guitarra, ¿ha sido complicado con el público complaciente que quiere canciones de tres minutos y sin solos de guitarra?, Flip parece ser el más adecuado para responder: “Sí, justo cuando salimos de D.D. y ponle play (BMG, 2001), nuestro segundo álbum, empezó a tener esta cuestión sobre seguir siendo el grupo de moda o luchar contra lo que nos sale natural, que siempre lo hemos hecho, creo que muy a propósito e inconscientemente –sí, me contradije pero así fue (risas)– hicimos el disco más obscuro que es Teleparque (BMG, 2003). Cuando los solos de guitarra eran lo menos cool del mundo, hicimos tal vez el disco con más solos de guitarra, con canciones largas como “Estampida”, otras minimalistas como “No extraño nada” o con estructuras raras, primero todos los versos y luego todos los coros como “Atrás”. Todo eso era muy a propósito y en el momento pudo parecer un error, la disquera estaba enojadísima ya que la industria sufría muchísimo, firmamos carta de retiro y fue donde empezó el momento duro de la banda”. “Todos hemos tenido siempre el enfoque muy claro de tocar y trabajar para la canción” comenta Beto sobre el riesgo de ser autocomplaciente y sobreproducir las canciones cuando se goza de gran técnica. “Sí, es un reto porque a veces inconscientemente quieres tocar de más cuando la rola no lo necesita. Es cuestión de madurez”.