En 1994 David Fricke —periodista de Rolling Stone— aseguró que Kurt Cobain fue lo más cercano a John Lennon que tuvo su generación. Sin embargo, el vocalista de Nirvana siempre huyó de su condición de “gurú generacional”.
Si a Cobain algo le deprimía, era su propia fama. Le asqueaba que su cólera y su arte se convirtieran en un producto de consumo masivo.
A 25 años de que el ícono de Seattle decidiera terminar con su vida, su música sigue vigente en las playlist de todos aquellos que alguna vez nos hemos sentido inadaptados, tristes e insatisfechas porque sabemos —como sabía Cobain y dijo Neil Young en “Hey hey, my my”— aveces “es mejor quemarse que apagarse lentamente”.