Las nuevas generaciones continúan promoviendo el cese de actividades, comportamientos y mentalidades que antes pensábamos que estaban bien (normalizadas); pero que hoy día sabemos le han hecho daño a generaciones enteras de adultos. Quizás una de las más lascivas es la masculinidad tóxica, objeto de intensos debates, sobre todo en redes sociales.

Se refiere a todos los estereotipos con los que los hombres (cis) de varias generaciones fueron educados (que los hombres no lloran, que el rosa es de niñas, que el hombre es el proveedor, que la mujer está para servirles y un largo etcétera), y nuevamente se vuelve a voltear el reflector hacia la industria del cine y la televisión, que sistemáticamente han servido para perpetuar dichos arquetipos.

Para abonar a la materia, Steve Rose de The Guardian publica la pieza titulada ‘Masculinidad tóxica: ¿son las películas violentas como Nadie una advertencia o una celebración?’ ; en donde analiza la participación de diversos personajes de la pantalla, cuya trágica historia de vida los “orilla” a responder con la misma violencia.

Pone de ejemplo a “Bryan Mills” (Liam Neeson), de ‘Búsqueda Implacable‘; “John Wick” (Keanu Reeves), de la saga John Wick; y “Hutch Mansell” (Bob Odenkirk) de ‘Nadie’, uno de los nuevos largometraje de Netflix.

En los tres casos se trata de un protagonista que sufre una grave afrenta, y como resultado del trauma, decide cobrar venganza con su propia mano aprovechando los talentos que posee en combate. El autor del artículo pone en tela de juicio la “justificación” de dichos arcos argumentales, incluso planteando si “advierten o alientan” conductas desafortunadas.

La cuestión es siempre si estas películas sirven de advertencia contra esas formas de violencia impulsivas y a menudo fascistas, o si las inspiran.

Teniendo en cuenta el actual clima de masculinidad tóxica -abusos misóginos en Internet; mala conducta y violencia sexual (sobre todo en la industria del entretenimiento); políticos forzudos y hermanos insurrectos armados que hacen cosplay militar-, uno no podría suponer que lo que el mundo necesita ahora es más hombría de la vieja escuela.

via GIPHY

En el extremo opuesto de la teoría -continuando con los ejemplos histriónicos- ofrece a Edward Norton y Brad Pitt en la icónica ‘Fight Club’ de David Fincher, como antítesis de las masculinidades tóxicas en el entretenimiento.

Este es el argumento de ‘Fight Club’: dentro de cada Ed Norton bobo hay un Brad Pitt superguay y superviolento esperando a ser liberado.

(…) Por otra parte, se trata de una visión bastante reductora de la masculinidad que dice que o eres un perdedor castrado o un guerrero furioso; una oveja o un lobo; un Norton o un Pitt. Existen otras formas de masculinidad, que involucran tanto al cerebro como a las pelotas.

Vía The Guardian.