Aunque el metal llevaba ya unos cuantos años en la década de 1980, Metallica irrumpió en la escena como unos veteranos, creando canciones de pura rebelión rockera con la velocidad y la intensidad de la música punk. Aunque ‘Ride the Lightning’ y ‘Master of Puppets’ se vendieron gracias al boca a boca, no se tradujeron en las ventas que tuvo el glam rock en la misma época.

Tras su álbum ‘And Justice For All’, la banda pensó que había llegado el momento de simplificar su sonido. Metallica, que ya había compuesto complejas canciones de nueve minutos que se eternizaban, decidió asociarse con el productor Bob Rock. Después de haber trabajado para artistas como Aerosmith y Bon Jovi, Rock sabía cómo crear el tipo de discos que la radio adoraba escuchar.

Cuando la banda desveló por fin su nueva visión, algunos fans del thrash se sintieron traicionados, pensando que su banda favorita de heavy metal se había vendido y había dado uno de los mayores pasos en falso de su carrera. Para el resto del mundo, Metallica creó uno de los álbumes de heavy metal más sólidos de todos los tiempos.

Gracias a singles como “Enter Sandman” y “Sad But True”, la banda se acercó al público del hard rock con riffs fáciles de corear en los estadios. El público también estaba preparado para que James Hetfield sacara su lado vulnerable, relacionándose con los sentimientos de soledad en medio de “Nothing Else Matters”.

El Black Album de Metallica se convirtió en uno de los álbumes de metal más exitosos de la historia, con más de 22 millones de copias vendidas en todo el mundo. A pesar del rechazo de algunos metaleros empedernidos, fue el principio de la aceptación mundial de algo más pesado en las listas de éxitos.