“¿Ese bulto de ahí es Jon?”, “Madres, ¿acaban de matar a Brienne?”, “¿Son zombies amontonados o es un gigante?”
No puedo comenzar a describir lo frustrante que fue mirar “The Long Night”, episodio #03 de la octava y última temporada de Game Of Thrones.
Mientras que estoy de acuerdo en la idea de sumergirnos en todo el mood que los personajes estaban viviendo al calor de una obscura y complicada batalla, no puedo con el coraje de sentir que realmente iba a mirar una mejor batalla que la de Helm’s Deep en Lord Of The Rings y, por supuesto, muchas cosas quedaron pendientes como para poder decir al 100% y sin lugar a dudas “SÍ”.
¿Por qué?
Justo por lo que menciono al principio de este texto: porque no veía nada.
Sin embargo, entiendo el punto… “The Long Night” debía ser “dark”.
Y así mismo fue como Fabian Wagner lo defendió tras charlar con Vanity Far, a quien explicó que el sentido de todo esto, era transmitirnos la desesperación y miedo que los personajes sentían al creerse “preparados”, pero entenderse vulnerables y expuestos a su inminente final.
Pero entonces, ¿fue mejor o no fue mejor?
Mientras que en general pienso que no, a nivel personal creo que hubo puntos impresionantes que simplemente creo rayaron en la “perfección pura”, creo que hay tres puntos que sí la hicieron superior en algunos aspectos.
1.- A diferencia de Helm’s Deep, la Battle Of Winterfell no se ganó.
Los personajes se rindieron. Muchos se entregaron al inevitable final mientras que otros, entraron en crisis y simplemente dejaron de luchar.
Esto no fue como en Lord Of The Rings en donde todo era parte de una estrategia y la promesa de un “Gandalf llegando por el este”, o un Aragorn inspirando a todo un ejército a lanzarse a la batalla por última vez; en GOT, todos estaban dándose por vencidos y listos para entregarse a la muerte cuando un milagro sucedió.
2.- Sí, aunque no vimos nada, en efecto nos sumergieron en el capítulo.
La primera vez que los Dothraki se lanzaron con sus espadas en llamas, pensamos por un momento que la llevábamos de ganar, sin embargo, el hecho de que chocaran contra un borroso mar de zombies y eventualmente estos desaparecieran, nos hizo sentir el miedo y desesperación de los personajes.
Eso fue invaluable.
3.- El compromiso por el empoderamiento.
Lo de GOT no fue parte de subirse a un “tren” o querer convertir a un movimiento en “moda”. Realmente la serie desde hace muchísimos años atrás, ya tenía predeterminado que Arya Stark fuera el Azor Ahai de la serie.
Desde los libros, George R.R. Martin ya hablaba de Lady Mormont como una infante poderosísima que se levantaba de entre un Norte sumergido en machismo.
Lo que vimos en este último episodio fue simplemente bello, inspirador y poderoso.
Y O.K, quizás no fue tan épico como la Battle Of Helm’s Deep…
Pero los elementos que trajo consigo sí la convirtió en la batalla más gigantescamente perfecta en la historia de la televisión, y sé que no me dejaran mentir cuando digo que después de esto, sencillamente parece como si no fuera a haber nada más sorprendente en esta temporada…
(Aunque probablemente sí y eso es lo que nos mantiene ansiosos).