Creo que vivimos en una era de privilegios y gente que desconoce que los tiene.
Creo, de corazón, que en la burbuja en la que vivimos, existe gente que ignora todas las oportunidades y ventajas que tienen y que los hacen “especiales”, y que es por eso mismo que vivimos en una idiosincracia en la que la gente cree que “se merece” las cosas, en vez de trabajar, sacrificar, luchar y dejarlo todo por ellas…
Creo que todos creen ser “especiales” por poseer “talentos diferentes”.
Y en el mundo de los dibujos animados, donde Gokú era especial de nacimiento, así como en los libros Harry Potter era especial de nacimiento, y un montón más de personajes son “especiales” de nacimiento, urgía un héroe que viniera de la nada; sin recursos económicos ilimitados, sin herencias o poderes “natos”, y sin el lujo de las victorias propias de un personaje principal.
Ash Ketchum, en muchos aspectos, fue ese personaje.
Hoy tras 22 años de que “Pokemon” iniciara sus transmisiones, TV Tokyo por fin decidió que Ash Ketchum ganara por primera vez una liga (Alola), convirtiéndose así en un auténtico “Maestro Pokemon” .
Pero, ¿esto que nos deja de enseñanza?
Pienso mucho en Naruto, por ejemplo, que durante toda su primera parte, vemos a un niño deficiente con problemas de atención y disciplina que a diferencia de los otros personajes, no posee ningún talento.
Es más, hasta porta una maldición.
Creo que las generaciones que crecieron viendo Naruto aprendieron a lidiar con sus “demonios” de una mejor manera, así como nosotros (la generación que creció con Pokemon), aprendimos a lidiar con la “derrota”.
Y vaya que hemos vivido varias derrotas en este mundo actual…
Creo que incluso como latinoamericanos, hemos aprendido a bailar y disfrutar en los restos de cientos de conquistas que dejaron a nuestra fibra social desecha; pero no por eso paramos.
Creo que, como jóvenes o adultos contemporáneos, hemos aprendido a ser la generación más estudiada, peor pagada, más culpada por los desastres actuales y menos comprendida de toda la historia.
Y aún así, seguimos.
Creo que hemos visto guerras, destrucción, presidentes malos, presidentes terribles y auténticos tiranos hacerse con el poder del mundo y, aún así, no paramos.
Creo que a final de cuentas el haber crecido con un personaje que luchó, luchó y luchó enfrentándose constantemente a la derrota, nos enseñó a que seguir siempre es la respuesta porque no importa cuanto tiempo pase, no hay que dejar de luchar.
Y después de 22 años, esa es la lección que Pokemon me ha dejado.