No importa cuantos años tengas, por dentro siempre puedes tener alma de señor, y tarde o temprano te va a llegar. La sabiduría de Abraham Simpson es oro puro, porque ahorita estás en onda, pero luego va a cambiar la onda, y la onda que vas a traer no va a ser onda, y la onda de onda te va a parecer muy mala onda, y te va a pasar A TI. Las señales van llegando poco a poco, hasta que te es cuenta que eres todo un señor.

Cada vez amaneces con más resaca. Salir de fiesta ya no es lo mismo, y al día siguiente siempre solamente quieres morir.

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Cuando sale el cartel de un festival, no conoces a más de la mitad de las bandas. A veces piensas que están inventando nombres de bandas solo para molestarte.

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Prefieres quedarte viendo Netflix que salir. Porque la semana ya te pareció lo suficientemente pesada para irte de fiesta. Tienes cero energía la mayoría del tiempo.

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La música en los bares te parece muy alta. Si piensas: “¿ya no se puede platicar a un volumen normal sin tener que gritar todo el tiempo?”, lamento decirte que eres un señor.

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Te pones de necio con la música. Sí, alegar toda la noche que las bandas que salieron a principios de los 2000s son mejores que las de ahora, es muy de señor.

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Dejas de salir tanto. Más si sabes que va a haber mucha gente y no quieres socializar con tantos. Si fuera una fiesta tranquila, es más probable que sí vayas.

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Ya todo te parece “gastar mucho”. Cada vez que compras una cerveza empiezas a convertirla en las cosas que pudiste haberte comprado con ese dinero, y terminas por no disfrutar nada.

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No tiene nada de malo ser un “señor”, quizá significa que estás madurando, o que te estás volviendo más latoso de lo normal, cualquiera de esas dos opciones.