Todos pensamos que vivimos en una era en la que la tecnología está enfocada a cuidar nuestro planeta, y nos ayuda a usar los recursos naturales de una manera más eficiente. Ponte a pensar, ¿cuándo fue la última vez que utilizaste una impresora? ¿Cuándo compraste por última vez un disco compacto, un VHS, un DVD o cualquier tipo de contenido en formato físico?

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Ahora, nuestras artistas favoritos y nuestras películas favoritas las tenemos al alcance de un click, y con todo esto de la famosa “nube”, pues no necesitamos siquiera de un disco duro para transportar este material. Con todo esto, creemos que estamos salvando el mundo.

Y en parte sí, cuando leemos una noticia en Internet en vez de hacerlo en el periódico, podría decirse que estamos salvando un árbol. Pero existe otro lado, un lado oscuro de Internet, el lado negativo de tus maratones de Netflix. Un interesante artículo publicado por el sitio PRI.org explica por qué el uso de las nuevas tecnologías también tienen un efecto real en el mundo.

Pongámoslo así: realizar una simple búsqueda en Google requiere de energía, y esta energía requiere de combustible para poder funcionar. Ahora, imagina cuánta energía consumen los servidores de Google con miles de millones de búsquedas por minuto. Es mucha, ¿cierto? Ahora súmale Facebook, Twitter, Instagram…

Y esto no es todo, con el crecimiento de Internet y el surgimiento de nuevos servicios, se requieren de más herramientas para satisfacer nuevas necesidades, lo cual se traduce en un mayor consumo de energía, diferente al que estábamos acostumbrados, pero que igual está teniendo un efecto muy fuerte en nuestro entorno.

Desgraciadamente, la tecnología avanza tan rápido que es muy difícil establecer normas para controlar el uso de energía para tener a Internet siempre funcionando, pero es un hecho que nuestra adicción a estar siempre online podría llevarnos a terminar con nuestros recursos, más rápido de lo que pensamos.

Vía PRI.