Ray Manzarek

Ray Manzarek

Por: @Leonardogoma

Siempre me obsesionó el que Ray hubiera decidido vivir en la oscuridad. Nunca entenderemos si de verdad no dimensionó sus creaciones, o si vivía intencionalmente detrás de Morrison para no experimentar la trágica metamorfosis de la estrella sobre expuesta.

Siempre me ofendió que los detractores de la banda que perfeccionó la psicodelia lo describieran como “el tecladista”. Y sí, habrá que reconocer que nunca veremos un especial de televisión dedicado a su memoria, un recuento de grandes figuras de los sesenta que lo mencione, una portada de revista que le de su verdadero lugar. Pero a pesar de ello, alguien tiene que alzar la voz y decir que Ray Manzarek hizo mucho más que tocar el teclado.

Ray Manzarek no es el tecladista de The Doors

Ray Manzarek es el bajista y alma de The Doors.
Una banda de músicos con poca experiencia y sin bajista. ¿No suena como la fórmula perfecta para el desastre? Manzarek probó que el bajo no era necesario, que él podía usar su genialidad y la tecnología para que nadie lo extrañara, para dibujar figuras sobre las que los demás colorearían.

Ray Manzarek fue el único capaz de controlar, guiar y sacar lo mejor de Jim Morrison. Después de conocerlo brevemente en UCLA mientras estudiaba cine, Ray se reencontró con Morrison en Venice Beach y aceptó escuchar sus primeras composiciones. Le parecieron brillantes. Lo animó, le ayudó a pulirlas, y sin darse cuenta, de pronto habían creado la primera gran banda de la costa Este. Durante la corta carrera de The Doors, Manzarek afinó el sonido de cada track, maquilló las ineficiencias de sus “no tan talentosos” compañeros, hizo brillar la voz de Morrison, acompañándola elegantemente. Musicalmente, Jim existe gracias a Manzarek.

Ya luego vinieron las drogas en exceso, el miedo a la fama, la necesidad indescriptible de Jim de ser visto en todo momento. Cierto… Ray nunca supo lidiar con la atormentada personalidad de su amigo, y no fue capaz de evitar el fracaso anunciado casi desde la primer tocada en la que “El Rey Lagarto” se desmayó por una suerte de pre-sobre dosis.

Ray Manzarek es psicodelia. Ese término tan sobado, retomado hace unos años en versiones ligeras por MGMT. Ese sonido que todos asociamos a The Velvet Underground, a la cara de Warhol, a una década de flores en la cabeza y mucho químico en la sangre, fue el mayor lastre creativo de Ray. Obsesionado con la perfección, lo hizo y rehízo tantas veces, que hoy no podemos entender el término sin tener que pasear por sus composiciones. ¿Qué es la psicodelia? Escuchen:

Ray Manzarek es Venice Beach. Toda la movida artística, el Venice bohemio y contestatario que todos admiramos, tuvo sus mejores años en aquellas tardes en las que Manzarek y Morrison discutían, componían, improvisaban, creaban sin mayores pretensiones. Venice los inspiraba y al mismo tiempo, se moldeaba con sus creaciones. “Western civilization ends here in California at Venice Beach, so we stood there inventing a new world on psychedelics”

Ray Manzarek es “Rider’s on the Storm”, “L.A Woman”, “Love Her Madly”, “The End”, “When the Music’s Over”, “Hello, I Love You”. Los mejores momentos de las creaciones más emblemáticas y poderosas de The Doors son de Manzarek. Cada nota alta y baja, cada escala, cada coqueteo con la inmortalidad sale siempre de las manos de Ray.

Ray Manzarek demanda un lugar en el listado de ídolos.

Ray es…

El mejor músico del mundo, tan sólo comparable con George Harrison y Ravi Shankar (al menos eso decían los críticos en los sesenta).

Abuelo de tres niños.

Colaborador de bandas independientes de Napa.

Cómplice de Jim Morrison.

Mano de derecha de Philip Glass en la reinvención de Carmina Burana.

Productor y teclado secreto de Echo and The Bunnymen.

Bajista sin bajo.

Papá.

Pilar emocional del mejor concierto que se haya dado en el Hollywood Bowl en la historia.

Compañero ocasional de escenario de Iggy Pop.

Rockstar invisible.

Inteligente y auto paródico personaje que no se ofendió con Weird Al Yankovic. Al contrario, lo covereó de regreso:

Ray Manzarek… la mitad, literalmente, de la primera banda de rock americana que emocionó al mundo entero.