Hace cuatro años Phoenix lanzó su cuarto álbum de estudio titulado Wolfgang Amadeus Phoenix y su carrera cambió para siempre. Los franceses ya llevaban rato siendo un acto de renombre en Europa y tenían cierto éxito pero estaban a años luz de ser una banda para las masas, o al menos eso parecía. Meses después del lanzamiento del disco, el grupo ya estaba tocando en arenas, había vendido cientos de miles de copias alrededor del mundo y había encontrado el éxito con los sencillos “1901” y “Lisztomania” sobre todo en Estados Unidos, un mercado que previamente los había ignorado.

A cuatro años de ese inesperado éxito, Phoenix regresa con un nuevo álbum y todo el mundo tiene la mirada colocada justo sobre los franceses. El disco lleva por nombre Bankrupt! Y sabiamente no trató de replicar la fórmula de Wolfgang Amadeus Phoenix, sino todo lo contrario. Es un disco mucho más experimental, más ambicioso y completamente pop.

De principio a fin, el disco tiene una constante: los sintetizadores. La banda había usado ese tipo de sonidos anteriormente, basta con escuchar el coro de “Rome” de su disco anterior para darse una idea del importante rol que han jugado, pero en este nuevo disco los sintetizadores son la base de todo. Pareciera que Phoenix pasó un buen rato repasando sus influencias ochenteras ya que muchas canciones del álbum como “Bourgeois” o “Trying to Be Cool” suenan como un viaje al pasado. Al importar sonidos de dicha década era obvio que los sintetizadores iban a jugar un rol importante y aquí el grupo ha dejado de lado los riffs de guitarra. En ciertas canciones los sintetizadores como “Choloroform” son utilizados para generar múltiples capas de sonido que crean una atmósfera sonora mientras que en “Drakkar Noir” sirven como el gancho que hace la canción una irresistible pieza de pop. Bankrupt! es el paraíso de los sintetizadores, pero los mejores momentos del disco llegan cuando la banda se mantiene cercana a las cosas que los hicieron famosos.

Ejemplo es “Entertainment” el gran primer sencillo que también abre el disco y que demuestra que Phoenix son maestros en el arte del pop. La banda combinó uno de sus tradicionales coros, diseñado para festivales, con un enérgico y ya casi emblemático riff para crear uno de los mejores sencillos del 2013, uno que aumentará su reputación como titanes del pop. La pieza central del disco es “Bankrupt!”, una canción de casi siete minutos que pasa por varias fases y combina perfectamente a los dos Phoenix, el nuevo amante de los sintetizadores y el viejo amante de la guitarra.

Las letras del disco están centradas en dos temáticas. La primera es una crítica a las personas falsas particularmente en el mundo de las celebridades y lo podemos escuchar en “Trying to Be Cool” y “S.O.S. In Bel Air” que tienen múltiples frases que relacionan temas como la hipocresía y la mentira con la vida de lujos y excesos. El otro gran tema del disco es la soledad, una buena parte de las canciones están unidas por la idea de la soledad, tanto como algo bueno como algo negativo.

El Bankrupt! es una colección de canciones pop de primera, elegante, ochentero y con temas más profundos de lo que se podría pensar en la primera escuchada. Es pop que se sale de lo convencional, demostrando que un género tan satanizado en realidad tiene mucho que ofrecer. Sin embargo, en toda esa elegancia, experimentación y sintetizadores algo no termina de hacer click. Las canciones suenan muy bien, casi perfectas, al grado que parece que fueron tan bien planeadas y procesadas que perdieron ese factor humano con el que nos relacionamos con la música. Parece que en su afán de distanciarse del Wolfgang Amadeus Phoenix la banda perdió un poco de sí misma.