Howard Lawrence.

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Por poco más de una hora los hermanos Lawrence tocaron las canciones de su álbum debut Settle y una que otra canción que no aparece en el disco, pero desde la segunda era obvio que seria una noche única. Después de abrir la pista de baile con “F For You”, Disclosure liberó “When a Fire Starts to Burn” y quedó claro que sería uno de esos conciertos que pasarían a la historia para toda una generación. En diez años se hablará sobre el concierto de Disclosure en el José Cuervo Salón como hoy se habla de cuando ahí debutaron bandas como Yeah Yeah Yeahs o The Strokes.

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El beat, el bajo y la repetitiva letra se apoderaron de la audiencia y de pronto una energía se esparció sin control, tal y como predica el coro de la canción. Un momento que producía escalofríos, más de 3000 personas, todas coordinadas, todas al unísono cantando “When a fire starts to burn, right, and it starts to spread…” como grito de guerra. A partir de ese momento, se despertó algo dentro de la mayoría de la audiencia y por poco más de una hora se entregaron completamente a los sonidos producidos por los multitalentosos hermanos (que pasaron la mayor parte de la noche cambiando de instrumentos, desde bajo y guitarras hasta sintetizadores, teclados y por supuesto sus laptops).

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Los coros de “White Noise”, “You & Me”, “Help Me Lose My Mind” y hasta la nueva “Apollo” retumbaban por todo el foro, superando y opacando el sonido que salía de las bocinas en el escenario. Al mismo tiempo la temperatura subía y lo que comenzó como una noche fría y calmada se terminó convirtiendo en una calurosa fiesta sin control.

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El clímax de la noche llegó cuando los Lawrence anunciaron que la siguiente canción sería la última y le preguntaron a la audiencia si querían cantar una vez más. La respuesta fue mucho más de lo esperado, gritos eufóricos que no podían ser controlados, un derroche de entusiasmo y energía que hace años no veía en un concierto. Un momento especial que claramente será recordado por los presentes y hasta por los hermanos Lawrence que en ese entonces sólo pudieron sonreír, tomar una foto y contemplar lo que habían desatado.

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“Latch” fue el último respiro, el ultimo derroche de energía en el que tanto la banda como el público dieron todo lo que tenían que dar. El cierre perfecto para una noche perfecta, un concierto que será recordado por años y la prueba definitiva de que el fuego de Disclosure apenas comienza a arder.

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