Texto: Felipe Corrales.

Todas las fotos cortesía de Francisco Servín

Ver a Primus es sinónimo de un quiebre mental. Primus es una perfecta puesta teatral entre música, fantasía y perversión. Ante un sold-out inminente, el Auditorio Blackberry recibía de nueva cuenta a Les Claypool y compañía.

Todo gran show se compone de tres actos: el inicio, nudo y desenlace; a manera de puesta en escena, Primus ofrece un concierto completo en todos sus aspectos. No solo basta con dividir en encores el show, sino que la música y el armado del setlist va de lo más siniestro hasta explotar en tintes perversos.

Al comienzo, el trió lucía desconcertado, el audio el mayor problema al comenzar el recital pues a pesar de la ejecución en conjunto de cada integrante, la perspectiva auditiva dejaba mucho que desear. “ To Defy the Laws of Tradition” y “ Wynona’s Big Brown Beaver” dieron la apertura a este arcoiris musical.

Ante la ya conocida estética irónica de sus obras visuales, Primus resultó un deleite musical y sus fans frente al escenario lo demuestran en una ola de empujones y sudor constante. Les Claypool es el centro de atención para muchos, pero la guía rítmica en la guitarra de Larry Lalonde es de aplaudirse; constantes y frenéticos riffs le dan estructura al poderoso bajo y la batería en manos de Tim Alexander.

Con un encore animado por la imagen de Popeye en sus inicios, Primus toma un primer descanso después de una hora de show. Al regresar, ese toque de funk y psicodelia metalizada retumbó con “Too Many Puppies” y nuestra psique empezó a viajar.

It’s Pudding Time.

La química entre banda y audiencia fue perfecta. A pesar de tantos empujones y jalones de cabello, el ácido visual me hacía continuar hacia adelante. Primus en vivo es una odisea de un sombrío cuento de hadas y las canciones siguientes comprobaban mi teoría. “Golden Boy”, “Pudding Time”, “My Name Is Mud”, “Jerry Was A Space Car Driver” y “The Storm” complacieron a un público ruidoso y sediento de adrenalina.

Un nuevo encore y Primus cerró ante visuales de Salad Fingers y un par de canciones más. “Here comes the Bastards” y “Those Damned Blue-Collar Tweekers” finalizaron este acto teatral. Aún el año se mantiene fresco y Primus abrió el telón de un 2019 lleno de música y conciertos.

*  Por cierto, al finalizar el show las patrullas y la vigilancia resguardaban el venue, pues el ruido de Primus causó enojo y desconcierto ante los que viven cerca del auditorio.