5. Radiohead – Kid A (Parlophone, 2000)
El diseño sonoro de este álbum crea armonías perfectas entre todos los instrumentos participantes, las atmósferas son envolventes y llevan al escucha al centro de las composiciones, como un espectador omnipresente. Los componentes de cada canción están acomodados de manera tal que cuando se entra a escena, el resto le da su papel de protagonista. El elemento más importante de esta obra es la persona detrás de las bocinas, aquella que vive la experiencia del sufrimiento y aislamiento junto con la banda, ambos se adentran en paisajes que podríamos comparar con bosques sonoros: densos y obscuros pero con una estela de esperanza que nos permite escuchar canción tras canción.