Primero lo primero: Ser una persona independiente significa que no necesitas de alguien más para hacer algo. Una vez aclarado este punto, prosigamos. Una mujer independiente entiende perfectamente la manera en que se maneja la libertad y andar por la vida sin que alguien más te dicte que hacer.
Dejar la casa de tus familiares para convertirte en alguien autónomo no es una tarea sencilla ya que dejas muchos privilegios y muchas veces te encontrarás con dilemas que te dolerán más que cualquier cosa.
Maquillaje
Gastar más de quinientos pesos en algún delineador, blush o cualquiera de estas cosas de maquillaje que nos vuelven locas será un martirio. Al final optarás por quedarte con esa caja de maquillaje que te regalaron cuando tenías 15.
Transporte
Antes te resulta fácil tomar una taxi, pues el dinero que te daban tus padres para ir a la escuela o salir de casa eran bien aprovechados. Ahora prefieres caminar treinta minutos hasta el trabajo y tomar un camión de regreso a casa para ahorrarte una buena lana.
¿Netflix o Spotify?
Habrá que ahorrar para esas vacaciones con las que vienes soñando desde que empezó el año y tendrás que moderar tus gastos para lograrlo.
¿Comprar un vestido o pagar la luz?
Ahora debes comportarte como todo un adulto y tener prioridades. ¿Quieres verte fabulosa por un día o cargar tu celular y ver la tele por un mes?
Dudan al comprarse algo
“Oh, mira, la colección completa de Gossip Girl a sólo $699 pesos” Y ahí comenzarán a pensar “No, ¿para qué? Ya vi todos los episodios, mejor me quedo con los recuerdos”.
Enfermarse es muy caro
Y tu cartera lo sabe… Intentarás de todo para no enfermarte, desde tomarte dos aspirinas cada ocho horas hasta probar los remedios caseros más espantosos de todos como tomar refresco caliente.
No hay nadie quien te consienta
Añorarás regresar a casa de tus padres para que te lleven sopa a la cama o sentarte a ver una película con ellos. Si por el momento no tienes pareja nadie te dará apapachos.
