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Todos hemos estado en esta situación: Llega una persona a tu vida. Es bastante agradable, tienen muchas cosas en común, le caes bien a sus amigos y ya hasta te presentó a sus familiares y, a decir verdad, te parecieron bastante buena onda. ¿Suena como un buen partido, no? Pero sientes que falta algo, no es nada que debas agregarle o quitarle a la persona, es más una cuestión de conexión, esa famosa “química” que le llaman.

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Llevas un rato soltero, y la verdad es que ya tienes ganas de tener una relación otra vez. Podrías andar con esta persona, sabes que funcionaría, pero después te viene la siguiente pregunta a la cabeza: ¿Y si hay alguien más allá afuera?

Esto de las relaciones es algo complicado en sí mismo, pero lo es más cuando todavía estamos en la búsqueda de la pareja perfecta. Encontrar a la pareja ideal es como hacer una apuesta, pero una muy grande. Si nos conformamos con esa persona que nos gusta y nos hace sentir bien, pero que no nos llena del todo, puede que estemos poniendo en juego nuestra felicidad y nunca saber si existía alguien más que te complementara. En cambio, si nos aventuramos a la búsqueda de la pareja perfecta, entonces estamos poniendo en riesgo nuestras posibilidades de encontrar a alguien más adelante y quedarnos solos.

La ciencia dice que si nos vamos por lo seguro y nos conformamos con lo que tenemos ahora (el tan famoso: peor es nada), entonces tenemos una ventaja evolutiva, ya que no estamos poniendo en riesgo el no procrear y romper con el ciclo de la vida.

¿Qué dicen? ¿Conformarse con el ahora o aventurarnos a encontrar a esa persona indicada? Hagan sus apuestas.