Así como en la música, el mundo de la gastronomía tiene a su propio rockstar, y ese no es otro que Anthony Bourdain. El chef neoyorquino, además de cocinero, era un auténtico cuentacuentos que entrelazaba la comida con sus comensales y el mundo que les rodeaba. Un lenguaje culinario-literario- social que marcó un hito en muchos niveles.

El hombre con “el mejor trabajo del mundo” viajó, durante largo tiempo, por los siete continentes mostrando lo mejor de la cocina internacional y su gente. Ya fuera la alta escuela francesa o la comida callejera del lugar más recóndito en Filipinas. Y aunque Bourdain siempre expresó un gran respeto por todas ellas, resaltando lo valiosas e irrepetibles que son por derecho propio; sí podía nombrar la que, según él, era la mejor cocina del mundo.

El secreto de una buena comida era la pasión

Y es que, para Bourdain, el secreto de una buena comida era simple: la pasión que viertes en ella.

“La mala comida se hace sin orgullo, por cocineros que no tienen orgullo ni amor. La mala comida la hacen chefs que son indiferentes, o que intentan ser todo para todos, que intentan complacer a todos”.

“La mala comida es comida falsa… comida que muestra miedo y falta de confianza en la capacidad de las personas para discernir o tomar decisiones sobre sus vidas”.

Japón: La mejor cocina del mundo

Tomando lo anterior como referencia, Bourdain sostenía que no hay otro lugar en el mundo que supere la combinación de meticuloso cuidado y emocionantes especias que los japoneses ofrecen en su gastronomía. Al hablar sobre el libro de Matt Goulding, ‘Rice, Noodle, Fish: Deep Travels Through Japan’s Food Culture’, Bourdain comentó:

“No sé si estás al tanto, pero he descubierto que si te sientas en una mesa con ocho o nueve de los mejores chefs del mundo (sean de Francia, Brasil, Estados Unidos o cualquier otro lugar) y les preguntas dónde elegirían comer si solo pudieran hacerlo en un país por el resto de sus vidas, TODOS elegirían Japón sin dudarlo. Ambos sabemos por qué“.

De hecho, incluso dejó constancia de que si pudiera vivir en cualquier lugar, sería Tokio. Le dijo a Maxim en 2017:

“Si tuviera que aceptar vivir en un país, o incluso en una ciudad, por el resto de mi vida, sin salir nunca de él, elegiría Tokio en un segundo. Fui a Tokio la primera vez y mi cabeza explotó. Lo comparé con mi primer viaje con ácido: nada volvió a ser igual para mí. Sólo quería más”.

Cuando Bourdain visitó la ciudad para grabar ‘Parts Unknown’, escribió en sus notas de campo: “Para aquellos con mentes inquietas y curiosas, fascinados por capa tras capa de cosas, sabores, gustos y costumbres, que nunca podremos comprender del todo, Tokio es deliciosamente desconocido.”

La conclusión fue que simplemente hacían las cosas bien, y el trabajo de amor que supone su comida era prueba de ello. “La atención al detalle, el perfeccionismo, la concentración en los elementos más fundamentales de la belleza, el placer y la relajación”, reflexionó Bourdain.