Aunque con su disco Hidden, These New Puritans mostraron un poco sus intenciones de explorar sonidos desapegados al rock convencional, su nueva entrega va mucho más allá. Field of Reeds muestra a una banda que rompe totalmente con las expectativas de quienes esperaban escuchar algo sencillo, simple y amigable. El tercer álbum de estudio de Jack Barnett y compañía, es una mezcla de detalles y paletas de sonidos complejos, que al mismo tiempo logran estructuras y melodías orgánicas. Con algunos recuerdos a las composiciones de Björk, este disco se rodea de atmósferas llenas de ansia y sutilmente caóticas. Olvídense de “Elvis”, “Colours” y aquellas canciones con las que conocimos a esta banda británica, ahora su música es más compleja y para oídos con más paciencia.

Sin resultar pretencioso ni forzado, este disco producido por Jack Barnett y Graham Sutton es la cara más ambiciosa de These New Puritans. A través de extrañas estructuras y pocas guitarras, las nueve canciones incluidas crean un pasaje emocionante que se tiene que recorrer varias veces para entender y admirar su belleza. Pianos solitarios, voces femeninas creadas por la portuguesa Elisa Rodrigues, coros, trompetas y elementos suaves en el fondo, son los protagonistas de uno de los discos más vanguardistas que han aparecido en el año. Canciones como “This Guy’s in Love With You”, “Fragment Two” y “The Light in Your Name”, ejemplifican la magnitud de las composiciones y la diversificación en el sonido de la banda.

Casi a la mitad del disco, el piano y las baterías que sutilmente crean un caos en “V (Island Song)”, hacen de este corte una obra maestra. Además de tratarse de la canción más larga (más de nueve minutos), es una muestra de la rítmica que sin despegarse de la complejidad, retoma algunos aspectos melódicos de las antiguas canciones de These New Puritans. Lo interesante es que dicho track no contagia a los demás, por el contrario, las cinco canciones restantes son menos juguetonas y aún más solitarias. “Spiral”, por ejemplo, es un juego de voces sin guitarras ni baterías que, en muchos momentos, parecen extraídas del disco Medúlla de Björk.

Con audífonos y mucha atención, Field of Reeds nos regala elementos secretos apenas perceptibles que decoran ambientaciones oscuras e impactantes. “Organ Eternal” es hipnótica, bella e imponente. Por otro lado, “Nothing Else” es dramática y definitivamente muy teatral. En conjunto, ambas canciones son una especie de puesta en escena donde las voces y los sonidos se llevan a nuestra mente sin ni siquiera poner resistencia. Así, la canción que cierra y da nombre al disco, es el desenlace perfecto. Es la forma en que recordamos y nos reconectamos con el piano de la primera canción y la manera en que These New Puritans se despiden en grande.