Desde el nombre, acrónimo para “Fuck It Dog Life’s A Risk”, FIDLAR suda rebeldía y angustia juvenil. En una clase de revival de la música hecha en garages o en la sala de su casa, la banda angelina nos presenta 14 canciones rápidas sin divagar. En éstas, la banda retoma la simpleza del garage sucio, los tres acordes del punk, la rabia del hardcore y el “valemadrismo” de todos los anteriores. El cuarteto de Los Angeles refleja la escuela de bandas que tuvieron gran auge en los años 80’s y 90’s como Sonic Youth, Circle Jerks o Bad Brains. A FIDLAR no podría importarles menos su futuro y su vida. Lo único que quieren es pasarla bien, divertirse, destruir casas y salir con chicas guapas. O por lo menos eso dice su disco debut homónimo

Desde que “Cheap Beer” da comienzo al disco, la banda nos lleva en un viaje en patineta por toda la ciudad. Tal como ellos dicen en su página de Facebook: “La única cosa que realmente les importa es andar en patineta; cosas triviales como hacer tareas o aprobar materias en la escuela tienen muy poco significado para ellos”. FIDLAR es veloz, irreverente, no pide permiso para reventarnos los oídos. La melodía no les interesa a estos jóvenes, lo suyo es gritar, tocar rápido y fuerte, suenan como si Nathan Williams nunca se hubiera enamorado de Beth Cosentino.

En tiempos en los que las computadoras y los sintetizadores permean el sonido de las bandas nuevas, hacen falta más bandas que le den un puñetazo en la cara y les bajen a sus novias a todos esos niños bonitos, tal como dicen Keith Morris y Vic Bondi en el documental American Hardcore: “Lo hicimos para mandar al diablo a esos chicos bien peinados que usaban cardigans y que escuchaban a Fleetwood Mac y toda esa mierda de new wave”. No hay nada más alejado de la realidad para FIDLAR que la pista de baile. Ellos quieren tocar en patios traseros, en salas, en cuartos sucios y vacíos y casas abandonadas. FIDLAR le da esperanza a todos los amantes de las guitarras duras y sucias.