A inicios del 2013, Ella Yelich-O’Connor era una desconocida para el mundo, una chica cualquiera de 16 años. Pocos hubieran imaginado que en menos de 6 meses sería la artista con más ventas en su natal Nueva Zelanda y una de las principales competidoras al trono de popularidad en EE. UU., colocándose a la misma altura que fenómenos pop como “Blurred Lines” de Robin Thicke y el regreso de Katy Perry. En junio de este año dijimos: “El futuro de la música tiene 16 años y se llama Lorde” y el tiempo nos a dado la razón. Después de escuchar por primera vez su álbum debut, Pure Heroine, podemos decir que es uno de los mejores lanzamientos del año, que el éxito de Lorde apenas empieza y está ligado a una sola clave: talento.

Pure Heroine está lleno de himnos al amor juvenil compuestos por ingredientes muy sencillos: sintetizador, loops, la camaleónica voz de Lorde y honestidad. Este disco es como una mirada al diario de Lorde, habla de los mismos problemas y pasiones que podrían estar en la mente de cualquier adolescente. El éxito no ha nublado su visión, no está tratando de fingir para apantallar a las masas, sólo deslumbrarlos siendo ella misma. El álbum abre con “Tennis Court” uno de los pocos adelantos que se dieron de este disco. Estereotipos escolares y el flujo de conciencia de una joven en crisis.

Como obra completa, el disco gira alrededor del espíritu de la juventud, la indefinición de quiénes somos, las amistades y amores que parecían eternas pero van a desaparecer. “400 Looks” es un enfrentamiento entre lo vacío y poco experimentados que pueden ser los jóvenes contra el enorme poder de sus creencias, resumido en la frase: “We might be hollow, but we’re brave”. Es impresionante la velocidad con la que canta Lorde con una dicción impecable, hace que quieras prestarle atención en cada palabra que sirve. En menos de 15 segundos su voz se adapta a 3 tonos distintos, es una voz privilegiada. Al terminar esta canción se conecta de inmediato con otro de los adelantos que llevaron a la cantante bajo los reflectores: “Royals”.

En “Ribs” se asemeja a Alison Goldfrapp en una de sus etapas más dulces. Sobre un fondo que está a punto de transformarse en un éxito de la pista de baile canta sobre la dependencia a las amistades falsas, la sensación de que nuestra vida gira alrededor de una persona que nunca te va a traicionar o abandonar.”Buzzcut Season” es como si Moonrise Kingdom de Wes Anderson fuera transformada a una canción, en ella Lorde canta sobre escapar de casa, huir a un lugar paradisiaco para dos, apartado de todo el mundo, cueste lo que cueste; recuerda a Róisín Murphy en Moloko.

Conforme avanza, la música del disco se transforma en pop más experimental. En “Team” se escuchan voces deformadas à la Tyler, the Creator mientras habla de sus sueños por alcanzar lugares que nadie había imaginado junto a sus amigos. “Golory and Gore” tiene una base casi trap, donde acompañada de un cencerro, Lorde hace una de las entregas más demoledoras del disco. Después de estos cambios llega la calma a Pure Heroine, un cierre épico, casi angelical.

“White Teeth Teens” es el momento “Lolita” de Lorde, desafiante y en control de toda la situación. También es una de las canciones más aceleradas del álbum, hasta que rompe en silencio y su voz se multiplica en un coro angelical. El disco cierra con “A World of Our Own”, quizá un reflejo de la fama súbita a la que ha estado sujeta en los últimos meses. Habla de cómo la gente en Internet habla y habla y ella, por más que quiera, no puede escapar.

Lorde ha logrado cruzar las fronteras entre el pop y lo alternativo llevando un nuevo horizonte de sonidos para las masas. Su primer disco es un nuevo estándar y desafío para los cantantes que vendrán, una muestra de que el talento sobresaliente sí tiene un lugar en el mundo, que el arte no está peleado con lo comercial. Pure Heroine es uno de los mejores debuts de 2013, el futuro de la música llegó por adelantado y su nombre es Lorde.