El secreto de escribir cartas de amor es ser sencillo, simple y evitar la redundancia al momento de expresar lo que sentimos. El minimalismo es justo el arma más fuerte en este regreso de Metronomy, tanto en los sonidos e instrumentación de las canciones, como en la duración de su nuevo trabajo. Love Letters se compone de diez cortes que engloban un sentimiento nostálgico y desolado de la banda, sobre todo del compositor Joseph Mount. Y aunque no estamos frente a un álbum que descarte el espíritu de su trabajo de hace tres años, lo muestra de una manera más estilizada, profunda y en muchos momentos más psicodélica.

El primer sencillo y con el que decidieron hacer referencia al nombre del disco es, curiosamente, un respiro de alegría dentro de un tracklist lleno de soledad. “Love Letters” es la única canción eufórica y que invita a mover más los pies, con un toque de la influencia afroamericana de los años sesenta. Pero hasta ahí, porque desde el inicio, el disco es un recorrido melancólico. “The Upsetter” abre con un ritmo de sintetizadores que en algún punto se combina con un rasgueo de guitarra sencillo, que muestra la fragilidad (en el buen sentido) de la banda al momento de componer.

La voz de la baterista y cantante Anna Prior es uno de los elementos que le inyectan dulzura a este cuarto disco de Metronomy. Su participación en “I’m Aquarius” va más allá de unos coros y un “Shoop-doop-doop-ah”, sus figuras sobresalen al momento de mezclarse con sonidos discretos y cristalinos que viven en la capa más lejana de la canción. Aunque estos pequeños arreglos acompañan a todo el disco, la forma en que aparecen contribuyen a la simplicidad y a la intención del cuarteto por mostrarse naturales. “Monstrous”, por ejemplo, no deja que los sonidos retro y los recuerdos de los antiguos videojuegos dominen por completo.

Dentro de Love Letters existen dos grandes momentos. El primero es “Month of Sundays”, el nivel más alto de psicodelia que alcanza Metronomy en esta producción y una carta de amor hacia Love, aquella banda de Los Ángeles que vivió liderada por Arthur Lee entre los sesenta y los setenta. Es un tributo bien logrado que además muestra las grandes bondades del sonido con el que la banda reaparece en este 2014. El otro sin duda es “Boy Racers”, donde se aventuran a eliminar las voces y sustituirlas por sonidos más electrónicos, efectos en el bajo y destellos de Daft Punk.

Aunque con “Call Me” y “The Most Immaculate Haircut” el disco peca de ciertos momentos de debilidad emocional o de expresión, en general logra atraernos de nuevo a Metronomy. El camino para hacerlo está cuidadosamente elaborado y cumple con la regla de menos es más. Con la simplicidad como eje central, Love Letters nos pasea por un estado de ánimo solitario que a pesar de todo, cada uno de nosotros disfrutamos.