Kevin Parker de Tame Impala.

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Y así pasó. Una segunda oportunidad para fans y extraños, para los que los experimentaron a principios de año y para los que no. Un chance de vivir y comprender los elogios al cuarteto de Perth. Tame Impala regresó a México. Seguir de cerca el trote de este animal domesticado es obligado, sin importar la ubicación geográfica.

A pesar de que Kevin Parker y compañeros han tenido la tarea de tocar de manera repetitiva las canciones de sus primeros dos discos durante un año, no parece afectarles en lo más mínimo. 90 minutos de un Tame Impala que parece estar ileso a las heridas del camino, que muestra un caminar firme, uno que todavía deja su huella impresa por cualquier lugar.

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La impronta psicodélica sirvió como visual de la oda musical a la soledad. “Solitude is Bliss”, “Why Won’t They Talk To Me?” y “Music To Walk Home By” fueron mantras que retumbaron temprano en el show. Para cuando “Half Full Glass of Wine” y “Elephant” sonaron, ya no había manera de evitar ser hipnotizado. Los pocos que quisieron evitar caer en el trance coqueteaban con su celular y le daban la espalda al escenario. Qué lástima luchar contra lo inevitable.

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“Be Above It”, el primer clímax de la noche. Las Rickenbacker en sincronía, la voz de Parker saturada en los oídos, el momento en el que no hay más que una bestia dócil jugando el papel de un imán de emociones y sentimientos. “Alter Ego” y “Apocalypse Dreams” terminaban el primer set y dejaron un sabor de celebración, festejo y unidad. El encore sólo fue una oportunidad inmediata por dejarse asombrar 20 minutos más.

Parker incitó al aplauso colectivo, sonrió; agradeció y con un “Olvidé lo que era tocar en México. Están locos”, se despidió. Un estruendo final opacó todo el lugar. Tame Impala terminó su presentación. El antílope domesticado seguirá su camino. También nosotros.

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Yesco fueron los encargados de abrir el show.

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Divertidos y con visuales psicodélicos.

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Yesco empezaron la fiesta de aniversario de 8106.

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Música electrónica con instrumentos reales.

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Cerca de 30 minutos de baile que dejaron a la gente lista para Tame Impala.

Fotos tomadas con una cámara Nikon D4 y D800 y un objetivos 70-200mm y 24-70 mm.

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