Los álbumes con múltiples vocalistas suelen ser un experimento muy difícil. Si todo sale bien los resultados son maravillosos pero cualquier error puede prestarse para un disco desastroso. El principal problema de los discos de este tipo es que fácilmente pueden terminar sonando como una compilación de canciones al azar y no como un álbum con una idea y tema en común. Ese es el principal problema del debut de Rudimental.

Para los que no están muy enterados, Rudimental es una sensación del otro lado del mundo. El año pasado la banda se convirtió en un inesperado éxito gracias a su sencillo “Feel The Love”, EL himno del verano que los llevó a la cima de las lista británicas. El éxito de la canción ayudó a que Rudimental llegara nuevamente a la cima en el 2013 pero ahora con el lanzamiento de su primer álbum, Home.

La canción encargada de abrir el disco comparte el mismo título y es una nostálgica balada soul que nos remite a la constante búsqueda de un hogar. Una extraña forma de comenzar el debut de una banda que se dio a conocer con un éxito tan alegre; pero funciona, y más como preámbulo de la impresionante “Feel The Love”. Un impresionante himno de verano, una base de drum and bass que se combina a la perfección con el soul presente en el coro de la canción. Ideal para festivales, fiestas, lo que sea. La canción es enorme pero desafortunadamente es el clímax del disco.

A partir de ese momento el álbum se convierte en una combinación de sonidos que no es mala, simplemente no funciona en conjunto. En “Right Here” hacen una extraña mezcla de house y drum and bass que termina cansando a los dos minutos, pero después siguen con “Hell Could Freeze” un glorioso hibrido de R&B y hiphop en el que el aplauso va para su vocalista Angel Haze. “Spoons” es una combinación de UK garage y R&B que parece extraída de la colección de B-sides de SBTRKT, mientras que “Hide” raya en el dusbtep. A mitad del disco Rudimental nos demuestra exactamente de dónde vienen, nos enseña todos los géneros que conforman su sonido y que los convierten en el resultado de una rica escena musical.

La fórmula sigue a lo largo del disco y la llevan muy bien a la práctica individualmente pero simple y sencillamente no logra hacer sentido en todo el álbum completo. Como piezas de rompecabezas diferentes, como primos que no se llevan, las canciones tienen similitudes entre sí pero simplemente no encajan y forzarlas juntas resulta tedioso.

Afortunadamente no todo está perdido y, sabiamente, Rudimental se guarda lo mejor para el final. “Not Giving In” con Alex Clare y John Newman comienza como un introvertida confesión de Clare pero a los pocos segundos se transforma en un himno para los festivales engalanado con poderosas trompetas y el enérgico drum and bass de Rudimental. “Waiting All Night” y “Baby” son éxitos para la pista de baile que comprueban que los diferentes sonidos de Rudimental pueden coexistir bajo el mismo techo, desafortunadamente sólo es un brillante momento en un disco en general poco constante. El álbum cierra con su canción más emotiva, “Free” en voz de Emeli Sandé, un tema bastante calmado que ve a la banda nuevamente reflexionando sobre el tema del hogar y la libertad. Aunque emotivo y memorable, la canción termina pareciendo un esfuerzo solista de Sandé y no algo de Rudimental.

Queda claro que Rudimental tiene talento para crear y producir éxitos, así como un gran conocimiento de la escena que les precedió. Esos elementos son fórmulas para el éxito, tal vez no lo supieron explotar del todo con su debut, pero si en sus siguientes trabajos logran hacerlo terminarán siendo uno de los actos electrónicos más importantes de su país.