En una entrevista reciente, Win Butler describía Reflektor como un disco que idealmente nos haría mover el trasero con una lágrima en el ojo. Pocas veces he escuchado una cita del propio autor que describa tan bien su obra. Reflektor es el disco más existencialista y profundo de Arcade Fire pero en la primera escuchada puede no sonar así porque su naturaleza reflexiva se oculta entre percusiones carnavalescas, beats festivos, y melodías aceleradas.

El Arcade Fire folk con coros épicos ya no hace acto de presencia en Reflektor, y la verdad, es lo mejor que le pudo suceder a la banda. Al final de la era de The Suburbs, ya eran una de los actos musicales más grandes de su generación, en ese momento pudieron haber publicado cualquier disco y convertirse en un éxito rotundo llena estadios. En lugar de eso prefirieron desaparecer. Viajaron por el mundo incluyendo su adorado Haití y Jamaica para encontrar nuevos sonidos, regresaron a su hogar y revisaron los discos clásicos de Talking Heads y The Smiths para finalmente encontrar la dirección en la que querían caminar. Para nuevamente hacer el disco que querían. Esa búsqueda concluyó al solicitar la ayuda de su amigo James Murphy al frente de la producción. El resultado es un mar de sonidos que en ocasiones suena abrumante, pero que en el fondo muestra la cara más sincera de Arcade Fire.

La encargada de abrir el disco es la ya muy sonada “Reflektor”, un duelo de voces entre Win, Régine y el mismísimo David Bowie que hace preguntas sobre la vida, Dios y el más allá. Podría parecer temario de un curso de filosofía pero gracias a la producción de Murphy se termina convirtiendo en un muy disfrutable híbrido entre Arcade Fire y LCD Soundsystem. El existencialismo nunca había sido tan divertido.

Sin embargo, la verdadera sorpresa de Arcade Fire llega en las siguientes canciones. Un ritmo casi de reggaetón y una marimba hacen de “Flashbulb Eyes” una canción que inevitablemente invita a mover el cuerpo, pero sólo es el preámbulo de la fiesta. “Here Comes the Night Time” es la verdadera celebración, en sus primeros 15 segundos se escuchan ruidos carnavalescos y la acelerada música de fiesta acompañada de guitarras lleva a la canción. Nuevamente el ritmo parece de reggaetón, pero Arcade Fire devela que son los mismo de siempre en sus letras: “They say heaven’s a place. Yeah, heaven’s a place and they know where it is. But you know where it is? It’s behind the gate, they won’t let you in.”

“Normal Person” canaliza a David Byrne y los Talking Heads para cuestionar el rock, la sociedad y el rol de las personas dentro de la misma. Sí, Arcade Fire sigue obsesionado con la muerte, con los roles sociales, la religión y hasta el concepto de comunidad. Siempre he creído que las bandas más exitosas son las que se clavan en un concepto hasta perder la cordura y Arcade Fire va por el buen camino. La primera parte de Reflektor es mucho más cuerda en ese sentido, son preguntas y frases claras, pero en la segunda parte es donde todo se vuelve más ambiguo. La parte central del segundo disco son las dos canciones que hacen referencia a los personajes griegos que aparecen en la portada: Eurídice y Orfeo.

La primera, “Awful Sound (Oh Eurydice)” sigue el tema de “nosotros contra el mundo” que marcó muchas canciones de Funeral y The Suburbs. Envuelta en sintetizadores y coros épicos la canción se convierte en el clímax del disco que hará que más de uno suelte un par de lagrimas. La segunda parte, “It’s Never Over (Oh Orpheus)” hace referencia directa al mito de Orfeo y Eurídice, pero a la vez se siente como una especie de testimonio sobre la relación de Win y Régine, los dolores de crecer y los problemas de la vida diaria. El disco termina con dos de sus canciones más fuertes. La primera es “Afterlife”, un nuevo hit dentro de la discografía de la banda que parece ser el tema más equilibrado de toda su carrera. En “Afterlife” se escucha The Suburbs, Funeral, Neon Bible y Reflektor. Es el resumen de sus años de trabajo, una emotiva canción de duelo, de la vida después de la muerte, de la relación después del rompimiento que termina con la frase del disco que más dedicatorias inspirará: “It’s just an afterlife with you”.

El cierre llega con “Supersymmetry” que parece el fin de la cordura del que hablaba antes, el momento en que las preguntas existencialistas llevan a pensar en la vida después de la muerte, lo que hay después del fin. Algo que Arcade Fire retrata e imagina hermosamente en el fin de Reflektor.

Arcade Fire ha evolucionado como ninguna banda de su generación, en cada disco nos han dado razones para volver a admirarlos y concentrar toda nuestra atención en ellos. Reflektor, es el mayor paso en esa dirección, un disco que comprueba que la evolución, la religión, la filosofía, la supervivencia y los ideales no están peleados. Al contrario, juntos funcionan mejor y si a la vez nos hacen bailar, ¿por qué no habría de gustarnos?