Qué necesario me parece el recibir una “buena noticia” hoy en día.
No hablo de sacarse la lotería o recibir un aumento; no hablo de viajes, lujos o cosas materiales. Creo más en lo pequeño, lo sencillo, lo intangible; cosas que por muy pequeñas o fugaces, logren reavivar esta llama que llevamos por dentro que día con día se apaga con los fuertes soplos de asesinatos, secuestros, violaciones, desapariciones e injusticias.
Necesitamos de las buenas noticias. Necesitamos sentir que vivir vale la pena.
Y justo personas como “Elenita”, quien recientemente a través de redes sociales ha sido capturada dando clases al hijo de una señora que vende dulces afuera del WTC, dan esos vistazos al mundo mejor que nos prometieron pero que rara vez hemos visto.
Un mundo mejor al que, para poder llegar, descubrimos que “exigir” es tan sólo una parte del camino mientras que “trabajar en ello”, es otra.
Jamás diría una estupidez como que “el cambio está en uno mismo”.
Pero jamás ignoraría el hecho de que dar un poco de nosotros mismos para generar un cambio, es la forma más bella de regresarle al mundo algo de lo bueno que tenemos.
¿Qué lección nos deja?
Que en estos tiempos de redes sociales y largos ratos de discusiones y debates en internet, bien podríamos pasar de engancharnos en discursos idiotas con gente que no conocemos, e invertir mejor ese tiempo en ayudar, apoyar u ofrecer una mano de vez en vez.