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La llegada de Camila Moreno al terreno musical cayó como un estruendo en donde el silencio era el inquilino habitual. El mundo definitivamente no esperaba que de pronto surgiera una voz tan peculiar, capaz de transmitir sentimientos enfrentados a través de una música honesta y con carácter.

Su pasado es como el de muchas otras más: el sonido se apoderó de su ser desde pequeña, tomó una guitarra y se puso a componer. Su presente es diferente. Es arriesgado, inconforme y alentador. Es una marca sin registrar.

Moreno compuso en 2008 y 2009 Almismotiempo, su primer trabajo como solista. “Millones”, tema principal del álbum, fue tan sólo el comienzo de su fructífera carrera. No sólo en Chile se le prestó atención, sino que terminó recorriendo rincones mexicanos, uruguayos, brasileños y argentinos para cantar sus canciones. Es más: los Grammy Latinos voltearon a ver a la chilena de entonces 24 años, y la nominaron.



Su pasional estilo no está peleado con nada. Moreno admira a Björk y a PJ Harvey al igual que a Violeta Parra y Víctor Jara. Su música comparte estigmas de otras compositoras latinoamericanas contemporáneas, pero no olvida la música de su tierra, sin que le tengan que poner la etiqueta de folclore. Dicha mezcla es signo del libre albedrío con el que Camila crea música.

Es precisamente esa mentalidad la que la ha llevado a hacer música para teatro o televisión, abrirle los conciertos a gente como Jack Johnson o compartir el micrófono con Calle 13. Para su segundo disco, Panal, Moreno trazó nuevos caminos previamente inexplorados más no impensables.

El festival Vive Latino tiene una regla no escrita: no programar artistas que se presentaron el año anterior. Camila Moreno es la excepción, pues este año repite en el festival. Tal hecho es tal vez signo de que de nuevo, a meses de que muestre su tercer trabajo discográfico, está por ocasionar otro estruendo que nos tome por sorpresa.

Vayan repasando las canciones de Camila Moreno, que seguro seguirá dando de qué hablar.