Mohawk.

Mohawk.

Hacer planes entretiene. No importa que no se materialicen, el simple hecho de hacer listas, armar logísticas e imaginar el goce final, resulta emocionante. Tanto como el festival South By Southwest (SXSW), en Austin, Texas. La semana dedicada a la música (pues hay otra de tecnología y una más de cine) convierte a la llamada capital de la música en vivo en una suerte de camping de escenarios que anida a bandas sedientas por tocar todo el día rápido y fuerte.

Cada bar, restaurante, antro y hasta varias esquinas se convierten en foros de música en vivo. “Vas caminando y se escucha música por todos lados”, comentaba un miembro del staff de Illya Kuryaki & The Valderramas. Es fascinante planear cómo vivirlo, pero, como todo plan, no siempre sale como uno espera: todo en pantalla (o en papel) tiene pies y cabeza; en el pavimento, en las calles texanas, no.

Una de las bondades de SXSW es que todos sus showcases funcionan como un imán hasta para el más distraído. Basta con escuchar vibraciones que salen a través de parlantes y habrá una banda y un público, diminuto o de gran tamaño. No importa si es el house más profundo, el metal más estridente o el blues más doloroso: todo cabe en el festival de Austin. Hasta la música latina.

¿Qué ver? ¿Qué no? ¿Qué comer, dónde descansar?, son preguntas que se presentan de momento a momento, y es ahí donde lo planeado se vuelve cosa del pasado, de lo irreal. En este festival los planes son lo de menos.

El showcase de House of Vans México, presentado en el histórico Mohawk de la calle Red River, tuvo un cartel ecléctico, propositivo e interesante. Del rock de División Minúscula, al funk de Illya Kuryaki and The Valderramas, hasta la propuesta dub acústica de Federico Aubele y el tropipop de Little Jesus.

Rey Pila abrió el escenario al aire libre a la una en punto sin un solo visitante; en SXSW puedes tocar frente a multitudes o frente al barman. Sólo que en este caso, a la mitad de la primera canción, ya había 10 personas. En el otro escenario, dentro del bar, después de un cuarto de hora, lo portugueses de Paus sufrieron del mismo fenómeno. Dicen que la sangre llama; la musical, también, sin importar la nacionalidad o la lengua materna.

El desfile que se pudo presenciar en House of Vans fue multicultural, polígloto y variado, todo al mismo tiempo. Comunidad latina en Austin viendo a División Minúscula, quien daría un show tempranero mas no desganado; Milkman y Perrosky atrayendo a raperos locales y a viejos lobos del blues por igual; Illya Kuryaki haciendo bailar a las chicas más rubias y arrítmicas del lugar, mientras Little Jesus captaba la atención de dudes, dudettes y prensa local. Si el idioma es la música, no la lengua.

Rey Pila.

Rey Pila.

Rey Pila.

Rey Pila.

Rey Pila.

Rey Pila.

Rey Pila.

Rey Pila.

Rey Pila.

Rey Pila.

Rey Pila.

Rey Pila.

Rey Pila.

Rey Pila.

Paus.

Paus.

Paus.

Paus.

Paus.

Paus.

Paus.

Paus.

Paus.

Paus.

Paus.

Paus.

Paus.

Paus.

División Minúscula.

División Minúscula.

División Minúscula.

División Minúscula.

División Minúscula.

División Minúscula.

División Minúscula.

División Minúscula.

División Minúscula.

División Minúscula.

División Minúscula.

División Minúscula.

División Minúscula.

División Minúscula.

Perrosky.

Perrosky.

Perrosky.

Perrosky.

Perrosky.

Perrosky.

Milkman.

Milkman.

Milkman.

Milkman.

Milkman.

Milkman.

Milkman.

Milkman.

Little Jesus.

Little Jesus.

Little Jesus.

Little Jesus.

Little Jesus.

Little Jesus.

Little Jesus.

Little Jesus.

Little Jesus.

Little Jesus.

Illya Kuryaki.

Illya Kuryaki.

Illya Kuryaki.

Illya Kuryaki.

Illya Kuryaki.

Illya Kuryaki.

Illya Kuryaki.

Illya Kuryaki.

Illya Kuryaki.

Illya Kuryaki.

Illya Kuryaki.

Illya Kuryaki.

Illya Kuryaki.

Illya Kuryaki.

Rebel Cats.

Rebel Cats.

Rebel Cats.

Rebel Cats.

Rebel Cats.

Rebel Cats.

Rebel Cats.

Rebel Cats.

Rebel Cats.

Rebel Cats.

Porter.

Porter.

Porter.

Porter.

Porter.

Porter.

Porter.

Porter.

Porter.

Porter.

Ely Guerra.

Ely Guerra.

Ely Guerra.

Ely Guerra.

Ely Guerra.

Ely Guerra.

Ely Guerra.

Ely Guerra.

Ely Guerra.

Ely Guerra.

También fue una jornada de primeras veces para muchos. “Tal vez tenga 20 años de carrera y 42 años de edad, pero esto es muy nuevo para mí”, dijo Ely Guerra arriba del escenario, quien clausuró el día en House of Vans México de manera inédita y atrevida: sólo con un piano y su vulnerable voz. Los Kuryaki pasaron por algo parecido. A 18 años de Chaco, su disco icónico, los argentos nunca habían pisado terreno SXSW. En entrevista, nos confiaron que con Chances, su último disco, querían derribar más puertas. La del festival de Austin quedó hecha pedazos.

SXSW enseña una lección importante: hay que dejarse llevar por la corriente musical, por el instinto auditivo y por las corazonadas, y dejar en casa los mapas, los horarios y los deseos, que al fin y al fin y al cabo sólo importa una cosa: la música.