Los ciclos de la música siempre han funcionado de una manera puntual. Se sugiere existe un nuevo género o una nueva tendencia, y los resultados son medibles: decenas de bandas con un sonido semejante ofrecen sus servicios como los nuevos “x” o “y”. La competencia entre las mismas es visible y sólo un par se queda en la memoria colectiva. En medio de ese torbellino de una misma oferta, se cuela a los oídos de alguien un proyecto que poco tiene que ver con lo que está pasando allá afuera, que no comparte el mismo discurso y que sencillamente no se identifica con los demás; una excepción. Es un lanzamiento aparte, aislado del mundo, hecho justo ahí: en otro mundo.

Total Strife Forever (saludos, Foals) es el primer disco de William Doyle, músico inglés que se hace llamar East India Youth. Es un trabajo misterioso, inesperado, difícil de roer mas no imposible. Una belleza extraña y peculiar de la que no se tenía noticias hasta hace unos meses.

Tras escuchar esta obra, uno se podría preguntar: ¿cómo la catalogo? ¿qué acabo de escuchar? ¿cómo la disecciono? La clave está en pensarla y repensarla, que las respuestas no están a una escucha de distancia.

Doyle se llama a sí mismo “jardinero sónico/arquitecto de canciones”. Y eso no es necesariamente equívoco. El inglés simplemente sembró sonidos aquí y allá, sentó las bases de una construcción amorfa y dejó que todo siguiera su marcha. El resultado es un colectivo sonoro de 11 canciones que tienen el mismo ADN pero que no tienen mucho en común. Es una obra que se apea del género electrónico, pero que tampoco lo niega; le hace guiños a la música ambiental y coquetea con la experimental.

A ratos la voz de Doyle dirige la obra. La tesitura de su voz se olvida de uno de los adjetivos previamente usados (“misterioso”) y la experiencia se vuelve amable; pisa terrenos conocidos y previamente visitados por otros. Invita a buscar al amor y a encontrar a alguien más. Y de pronto… calla otra vez y deja que los sintetizadores tomen las riendas.

Ante la duda, la reflexión. Tras un par de encuentros electrónicos, llegan obras tituladas “Total Strife Forever” (I-IV), pequeños movimientos que sirven como área de descanso y que forman parte de la sinfonía electro de Doyle, que también vive en este disco. Estos están justo en medio de temas con su voz, obras ambientales y pequeñas historias bailables. Todo cabe en el debut de East India Youth. Todo mantiene la misma calidad. “Song for a Granular Piano” anticipa el final. Lo hace de una manera hermosa y estremecedora. Termina algo. Algo que no está muy claro, pero que se siente bien.