Foto: Nick Farrell

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Los conciertos de las estrellas pop suelen ser los que tienen producciones más impresionantes, desde estructuras extraordinarias hasta innovaciones tecnológicas que están destinadas a asombrar en todo el mundo. Desafortunadamente, en medio de tantos espejos y efectos especiales muchas veces se pierde la esencia del acto en vivo y parece un espectáculo más a la Cirque du Soleil que un concierto. Con Beyoncé eso no sucede.

La escuela de Beyoncé es mucho más de la vieja escuela, ella creció escuchando a Aretha Franklin, Tina Turner, y The Supremes. Sabe que para tener verdadero éxito no necesita todos esos efectos especiales, necesita concentrarse en la música y su presentación. Así lo hace y los resultados son completamente impresionantes.

Los fans de Beyoncé la han dado el apodo de Queen B y aunque decir “reina” en el mundo del pop ya es algo muy trillado, Beyoncé realmente se lo gana con su espectáculo en vivo. La ex líder de Destiny’s Child tiene dominado su acto como pocas intérpretes pop: su voz es poderosa, sus pasos de baile son infalibles y cada momento funciona a la perfección. Sus sonrisas, sus miradas, sus guiños, cada detalle está calculado para suceder en el momento exacto. Hasta las curvas que tanto presume en muchas de sus canciones son todo un espectáculo, sabe que tiene un gran cuerpo y no teme usarlo para conquistar a la audiencia.

Foto: Nick Farrell

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Además de eso, se acompaña por una banda (The Mamas) completamente compuesta por mujeres que muchos actos de rock envidiarían. Coristas, una potente baterista, guitarristas y una sección de vientos. Para complementar tiene todo un ejército de bailarines que la acompañan en sus complejas coreografías. El paquete completo.

Claro, sí incluye ciertos efectos especiales pero sirven para acentuar la presentación, no la dominan. Una cortina de chispas para concluir “If I Were a Boy”, una lluvia de papeles dorados en “Single Ladies” y una guitarra lanza chispas en “Freakum Dress”. Fuera de eso y los video interludios entre canción y canción todo giraba en torno a Beyoncé.

La noche estuvo llena de momentos memorables, desde el furioso inicio de “Run the World (Girls)”, la versión de “If I Were a Boy” mezclada con “Bittersweet Symphony” de The Verve, el show cabaret de “Naughty Girl” y “1+1” cantada sobre un piano. Pero nada de eso se comparó con el gran combo de éxitos que cerró el concierto.

“Irreplaceable” vio a todo el Palacio moviendo sus brazos al unísono en la dirección que comanda la canción y Beyoncé aprovechó para cantar una parte en español, algo que muchos de sus fans agradecieron. “Love On Top” fue una de las más coreadas de la noche y sirvió como escaparte de la potente voz de la cantante. El clímax llegó con sus dos más grandes hits, primero la enérgica “Crazy In Love”, que hizo bailar a todo el lugar y después “Single Ladies”, que hizo que todos levantaran los brazos e hicieran su mejor intento por repetir la famosa coreografía del video.

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Para terminar las cosas, Beyoncé regresó para un cover de “I Will Always Love You” (en versión de Whitney Houston) que todo el recinto cantó y que además fue otra gran demostración de su voz. Sí, vuelvo a hacer énfasis en su voz porque es una cantante excepcional y escucharla en vivo hacía que la piel se enchinara. Después se movió a la plataforma que llegaba hasta el centro del Palacio para cerrar el concierto con una emotiva versión de “Halo”.

Si hubo una falla en el concierto fue su corta duración, 16 canciones y hora y media se sintieron cortos. Bien pudo haberse extendido un poco más o al menos haber tocado otro par de sencillos, después de todo era su primera visita. También se extrañaron los éxitos de Destiny’s Child, pero fuera de eso el concierto fue espectacular.

Beyoncé es una reina en todo su derecho (al menos dentro del mundo pop). Es una gran bailarina y cantante pero sobre todo es una intérprete espectacular que conoce el arte de dominar a una audiencia. Toda una show woman que con años de trabajo ha logrado pulir un acto impecable, uno que se debe ver por lo menos una vez en la vida.

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