Nuestro lector Pablo González nos mandó un correo pidiendo nuestra opinión sobre este proyecto del hombre detrás deBon Iver y aquí contestamos. ¿Les gustaría que escribiéramos de algún disco o tema en especial o incluso escribir algo para que lo publiquemos? Los invitamos a ponerse en contacto con nosotros en nuestras redes sociales o por correo electrónico.

No es fácil ser un genio. Después de su victoria en los Grammy de 2012, las presiones para Justin Vernon por su proyecto Bon Iver deben ser más grandes. Pasó de ser un acto de nicho a un producto rentable con muchas expectativas tanto de las disqueras y promotores como de un nuevo público al que logró alcanzar. Siguiendo los pasos de otros grandes compositores de la época como Jack White y Damon Albarn, Justin Vernon ha decidido volcar su creatividad en múltiples escaparates musicales, alejándose de las presiones de su creación más popular y al mismo tiempo abriéndose a nuevas posibilidades sonoras. A lo largo de su carrera, Vernon ha participado en más de 10 proyectos propios distintos en tan solo 15 años; sin incluir sus múltiples colaboraciones con Kanye West. En abril de 2013 publicó un álbum con The Shouting Matches y ahora destapa su genialidad una vez más con Repave, el segundo álbum de su grupo Volcano Choir.

De Repave destaca “Comrade”, una mezcla de versos tranquilos que fluyen hasta que una mezcla de sintetizadores coloridos estalla; parecido al trabajo de Jónsi de Sigur Rós en solitario. “Alaskans” es otra de las destacadas de esta placa. Las canciones de esta obra tienen alma de himno, “Almanac” es otra de esas fusiones entre lo acústico y lo eléctrico que provocan estallar en canto cada que entra el imponente coro de la canción. Mientras al fondo una instrumentación acústica, casi minimal, plantea calma y serenidad, una voz grave que recuerda a Mark Lanegan o The National hace sentencias hasta que se pierde en lo que parece ser un murmullo de una radio con estática. Juegos entre los acordes más sencillos, los armónicos de la guitarra colocados con precisión y las complejas variaciones electrónicas hacen que sea uno de esos álbumes que hay que digerir capa por capa en cada escucha.

Mientras que Bon Iver funciona como una orquesta del campo y The Shouting Matches es una aproximación moderna al blues, Volcano Choir explora algo más cercano al post-folk, música experimental. La portada de Repave captura la esencia del disco en imagen, una ola creciente en el punto medio de una tormenta que está a punto de explotar. Este disco es un vaivén de sonidos y emociones, por momentos parece que la marea no llegará a ningún lugar, pero en sus puntos más altos es una fuerza demoledora.

Repave es una prueba más del talento de Justin Vernon, ha logrado colocarse como uno de los pocos grandes que saben dar brillo propio a cada proyecto que hacen. Este disco no solo es una muestra de la evolución de Volcano Choir como proyecto, sino del potencial que tiene este músico para el futuro de sus próximas creaciones. No será recordado como una obra trascendental en su carrera, pero sí como una necesaria para entender lo que promete ser una vida llena de éxitos.