URSS Bajo el Árbol es una banda que desde la primera vez que la escuché me llamó la atención por su constante interés en innovar con su mezcla de jazz, punk, rock y psicodelia. Alrededor de la banda hay un halo oscuro que se refleja además de la música y las letras, en sus portadas (todas son blanco y negro). Vivimos tiempos en los que los power chords dominan las canciones que están en la radio y las listas de popularidad, hoy en día, cualquier persona puede aprender a tocar un instrumento y autonombrarse músico, es por ello que la destreza técnica e imaginativa que reflejan los URSS, destaca dentro de la gran oferta de bandas, sin embargo, es justo este punto del que también cojean.

7 es su primer LP, pero desde su EP anterior, L1n3as M3ntal3s, mostraron que tenían mucho potencial por explotar, incluso contaron con la colaboración de Adrián Terrazas, quien alguna vez fuera saxofonista de The Mars Volta. Ahora en 7, la banda regresa madura, producida y amarrada. Se nota que hay mucho trabajo detrás, así como la intención de explorar terrenos densos y oscuros con su música. La banda explica que para ellos “la música es un acto psicomágico colectivo que bien puede relatar una realidad social o una introspección personal”. Bajo esta premisa, URSS Bajo el Árbol pone sobre la mesas sus siete cartas.

El álbum comienza con “El Predicador”, una pieza digna de cualquier soundtrack de David Lynch. El saxofón es primer plano es el toque mágico de esta canción, ideal para abrir 7. Sigue “El ave sin alas”, menos compleja, pantanosa y surrealista, pero igual de sorprendente y con más energía. La pregunta que ponen en el aire es y seguirá siendo “¿Dónde se quedó la fe?”. Este díptico es la perfecta bienvenida por parte de URSS a su nueva producción. Son las dos canciones que sobresalen dentro de 7 y que nos muestran por qué URSS Bajo el Árbol es una de las bandas jóvenes más propositivas que hemos escuchado en los últimos años.

Después de estos dos temas, todo cambia y nos enfrentamos con un atasque de todo, desde el abuso en el saxofón y la “psicodelia oscura”, hasta los tonos altos que alcanza Samuel (vocalista). Por momentos, URSS suenan a Porter sin los alucines de Juan Son, con muchas pesadillas y altamente influenciados por Santa Sabina. “7” está en el límite, pero logran bajar bien la pieza y continuar. Las dos siguientes, “Derrocrata” y “Los hilos de Dios”, denotan que URSS es una banda joven con mucha ambición y ganas de comerse al mundo. De ninguna manera esto es algo malo, al contrario, pero lo hacen sin un orden ni una estructura clara. Suenan sobrados, demasiado virtuosismo y entusiasmo. Los arreglos rayan en lo estridente y muchas veces lo único que generan es querer picar el botón de siguiente.

Las dos piezas finales son quizá las más excesivas de todas. “Dibújame y bórrame” y “Cronos”, resaltan por formar parte de un mundo onírico y paralelo donde los actos psicomagos que tanto buscan los URSS Bajo el Árbol se hacen realidad. Son tan surreales y gratuitas como una película de Jodorowsky donde cualquier hecho está justificado más por la forma que por el fondo. Este sexteto mexicano está hecho para grandes cosas, sus composiciones sorprenden por su honestidad y su búsqueda por diferenciarse del resto. Esto se agradece más que cualquier otra cosa, y si bien es cierto que la banda en estos momentos peca de querer comerse al mundo, el camino es largo y URSS ya demostraron que tienen con qué recorrerlo.

Pareciera que tienen prisa por correr y es por ello que 7 suena exhuberante, faltó calma, tomarse su tiempo y construir canciones mejor estructuradas, sin embargo, es un ejercicio importante y bien logrado, la producción merece una mención especial; cada instrumento suena impecablemente en su lugar. Estoy seguro que 7 es el principio de algo importante, URSS Bajo el Árbol tienen madera para hacer composiciones increíbles, sólo les falta trabajar más en la construcción de las mismas, dominar su propio estilo y terminar de definir su voz propia, decir lo mismo pero de manera más simple.