Cuando Boards of Canada lanzaron su álbum The Campfire Headphase, en 2005, su paleta de colores aun tenía pintura fresca para crear más obras totalmente auténticas y con su único estilo. Aquel año, uno muy prolífico para la música, llegaron álbumes que exploraron la música electrónica por distintos caminos. Está M83 (con su aclamado Before the Dawn Heals Us), Four Tet (con su Everything Ecstatic) o hasta LCD Soundsystem, con su homónimo debut. Estos, y varios proyectos que llegaron después, han provocado la notable evolución de la música electrónica, desde la forma en la que es creada, tal y como la conocemos hoy en día. Boards of Canada no es parte de esta evolución, está arriba y después de ella, simplemente vigilándola pasivamente, y el resultado es la música que los distinguirá durante varias décadas más.

Este 2013, Boards of Canada reaparecieron con un insólito proyecto: su nuevo álbum, el primero en ocho años. Se trata de Tomorrow’s Harvest, el cual comenzó con su producción casi al instante en el que este prodigioso dúo publicó Campfire. Como era de esperarse, no fue concebido en la ciudad. Requirieron de un retiro semi-espiritual para dar vida a cada una de las 17 de canciones que lo comprenden. De hecho, una de las zonas rurales de Nueva Zelandia los acogió para comenzar con el álbum que lanzarían ocho años después.

La cosecha del día siguiente llegó para Boards of Canada perfectamente añejada. Tomorrow’s Harvest es un álbum místico, esperanzador y celestial. Como lo es característico en su música, la calma reina en todo momento, como la que tuvieron para finalmente publicar este disco. A través de sus 62 minutos, Tomorrow’s Harvest es como recorrer un museo de arte moderno con una exposición de nuevas pinturas impresionistas. Son diecisiete obras, y cada una representa un paisaje único. En conjunto, todos éstos construyen un universo más en el tiempo que en el espacio.

Desde su inicio, con la canción “Gemini”, este álbum nos recuerda a la fórmula de sus pasados discos como Music Has the Right to Children o Geogaddi, sólo que esta vez, Boards of Canada anticipan un camino más ténue. Prueba de esto es el primera sencillo de Tomorrow’s Harvest, “Reach for the Dead”, una canción bastante tensa que sofoca con los repentinos giros en sus acordes, o “Cold Earth”, una mágica pieza que bien podría ser el soundtrack de un atardecer en la Antártida.

Este disco avanza progresiva y meticulosamente. Cada canción construye una emoción distinta y su velocidad está muy bien equilibrada. Y aunque existen cortes más fugaces que otros (como “Telephat”, “Transmisiones Ferox” o “Uritual”), estos cuentan su propia historia dentro del álbum. Al final de cuentas, cada canción se siente de la misma longitud, como intentaran explicarnos la Teoría de la relatividad. Científicamente maravilloso.

Detrás de un álbum como Tomorrow’s Harvest, da la impresión de que Boards of Canada no necesitan comprender el contexto actual de la música para entregar y provocar emociones que convivan con las tendencias modernas. Es un gran logro para su carrera, debido al desafío que representó al tomarse ocho años en publicarlo. Y más que esto, es una firme declaración para la música electrónica de vanguardia: es amigable, cabe en cualquier gusto musical por su exquisitez y no necesariamente debe ser compleja para ser globalmente vista como parte de nuestra cultura moderna.