Black Sabbath en el 2013.

Black Sabbath en el 2013.

Por: @elbaxter

Siempre hay una primera vez.

La mía, y estoy seguro que la de muchos otros miles de chilangos nacidos entre 1980 y 1990, fue en el Bazar Pericoapa. Tenía 14 años y comenzaba a deshacerme de mis juguetes (vaya error, una tragedia, ahora que lo veo en perspectiva) para comprarme playeras, cassettes y (cuando había esplendor económico) CDs. Poco sabía que éstos definirán mi vida, la forma en la que hablo, a mis amigos, a mis enemigos. Mucho menos imaginaba que en el momento en el que llegué al puesto de cassettes piratas a preguntar por algo de Black Sabbath, mi mundo se transformaría para siempre.

“Ahorita no tengo nada de Sabbath, valedor. Sólo tengo este, que es un tributo, y viene “Iron Man” que es la chida, canta el Ozzy”, me dijo el encargado del puesto, tatuado y con una camiseta de una banda de nombre indescifrable. Nunca había oído a Black Sabbath en forma, pero había leído, me habían contado, que era una banda importantísima y chingonsísima. Yo estaba clavado con Metallica, con Marilyn Manson, con Megadeth y Iron Maiden. Estaba encontrándome a través de la rebeldía en esa horripilante etapa llamada pubertad. Los cassettes estaban como a treinta pesos. Me alcanzaba para dos. “Llévate también al Vulgarcito” (se refería a Vulgar Display of Power de Pantera).

Cuando llegué a mi casa, me puse los audífonos y entonces comenzó. El álbum que había comprado (Ver nota 1) era Nativity In Black, un tributo a Black Sabbath. Comenzaba con “After Forever” covereada por Biohazard, seguida por “Children of the Grave”, en manos de White Zombie. “Paranoid” la hizo Megadeth y “Supernaut” los 1000 Homo DJs con un sujeto llamado Al Jourgensen gritando las letras (Ver nota 2). Después llegó la prometida “Iron Man”. La versión de Therapy, medianamente fiel a la original, hizo que se me colgara el cerebro. Por supuesto que ya había escuchado ese riff en algún lado, está metido en el ADN de la civilización occidental. Y era la voz de “el Ozzy” lo que la hacía fantástica. Nunca había escuchado a alguien cantar así. Era rebeldía pura, como ver bailar en tutú al director de tu primaria.

Lo fantástico de Nativity In Black es que es una puerta de entrada y salida al mundo de Black Sabbath. Al menos así fue para mí. Hizo que quisiera escuchar todo lo que había en esa cinta en versión original, es decir, me llevó a conseguir eventualmente TODO lo de Sabbath. Al mismo tiempo, me mostró a bandas como Faith No More, Ministry, Corrosion of Conformity o Type O Negative (que hacen una versión aún más escalofriante de “Black Sabbath” que la original). En pocas palabras, todo, absolutamente todo el universo de la música pesada hace referencia a la música que hicieron Tony Iommi, Geezer Butler, Bill Ward y ese exconvicto llamado John Osbourne. No es de a gratis su popularidad, sus problemas con las drogas, la fama, el éxito y el potencial ridículo de todos (sí, no sólo de Ozzy) sus integrantes.

Desde la primera vez que los escuché, desarrollé una teoría. En el momento en el que le das play a un disco de Black Sabbath estás entrando a una dimensión distinta. Lo sabes desde los primeros acordes. Cada álbum te dice algo distinto, cada uno tiene una magia particular. Cada uno definió a un subgénero distinto del metal. Para mí es algo como esto:

  • Black Sabbath: (Heavy Metal) El mundo de lo oscuro. Te podrás asustar, podrás voltear tu cabeza 360 grados. Es lo más primitivo lo que nos da miedo, y al mismo tiempo, lo que nos hace cruzar esa puerta. El statement de la banda y el punto de partida para cambiar al mundo de la música para siempre.
  • Paranoid: (Doom Metal) El mundo de la crueldad y el cinismo. Las atrocidades de la guerra y de la locura generada por ésta acompañadas por delirantes guitarras. Canciones como “Hand of Doom” o “Faries Wear Boots” le ponen el acento al título del álbum más conocido de la banda.
  • Master of Reality: (Stoner Metal) El mundo de la percepción alterada. Los temas de las canciones, el groove stoner de todo el disco y la brillante participación de Geezer Butler hacen de este disco, un favorito para los aficionados a la diversión pentadimensional.
  • Black Sabbath Vol. 4: (Speed Metal) El mundo del desenfrene. O algo similar a manejar a 200 kilómetros por hora inhalando cocaína.
  • Sabbath Bloody Sabbath: (Prog Metal) El mundo de lo oscuro (revisitado). Para componer este álbum se recluyeron en una mansión aparentemente embrujada. Hasta el rabo de todo tipo de sustancias, se jugaban bromas pesadas en las recámaras. La portada del disco, tiene todo el sentido cuando escuchas los teclados de Rick Wakeman (Yes) a lo largo del álbum. El Sabbath más diabólico y misterioso.
  • Sabotage: (Thrash Metal) El mundo de la alucinación. Probablemente el álbum que contiene los riffs más pesados de la banda y las vocales más estridentes de todas. Desde la portada, hasta las letras, pasando por los redubs en las guitarras; es una dimensión donde lo real y lo intangible se confunden.
  • Technical Ecstasy: (Hair Metal) El mundo de plástico. Canciones de estructuras complejas, rápidas pero al final… huecas. Probablemente, una de las portadas más acertadas en la historia de la música: el coito de dos robots.
  • Never Say Die!: (Este no generó nada, es malísimo y tratan de sonar como Queen) El mundo de la sobrevivencia. A pesar de que no es el Sabbath más decadente, sí es el que está cansado, el que vive con un respirador artificial y que quiere otra vida.

Previo al lanzamiento de 13, el primer largo en treinta y cinco años de la banda (Ver nota 3), el panorama es de nostalgia y recuperación del tiempo perdido. Un adulto mayor que ya no sabe ni su nombre, se subirá a los escenarios a desafinar sobre los instrumentos de un genial Iommi enfermo y luchador, un Geezer Butler preciso y un Bill Ward ausente y reemplazado detrás de los tambores. A pesar de todo, harán una gira y los que siempre soñamos (e idealizamos) con verlos subidos en un escenario, seremos parte del suceso. En cuanto al álbum, probablemente lo que recibamos de 13 sea “El mundo de Black Sabbath”. Sabbath tributando a Sabbath, igual que todas las otras bandas de heavy metal. Abiertas todas las puertas a mundos alternos, a formas distintas de ver la realidad, y de alguna forma… de moldear nuestra identidad.

“Your trust is in whisky and weed and Black Sabbath. It’s goddamn electric!”
– Pantera, “Goddamn Electric” (2000).

1.- La portada del cassette era una fotocopia. El viejo método de “torrentear”.
2.- Tiempo después, cuando por fin llegué a escuchar “Supernaut” en el Vol. 4, se convirtió en mi rola favorita para siempre de la banda. Supongo que el vocalista de Ministry me ayudó a adquirir ese gusto por el Sabbath pachecón y experimental.
3.- No considero a la banda post-Ozzy como Black Sabbath. Tal vez un “Black Sabbath II” o “El nuevo Black Sabbath” serían mejores nombres. Black Sabbath es la banda que grabó “N.I.B”, no “Turn Up The Night”, a pesar de que Ozzy no compuso ninguna letra representativa, es su voz la que redondea la fórumla.