Por: @camilolara

Sabía, realmente sabía, que esto se lo iba a contar a mis hijos.

Por razones más largas que lo permite este texto, terminé en un pequeño estudio del este de Londres, encerrado con 8 personas más, escuchando el disco Discovery de los Daft Punk, con los Daft Punk enfrente.

Era octubre del año 2000. Todavía no habían laptops que tocaran portátilmente la música de una manera fácil. Tampoco había iTunes, ni Twitter, ni nada de eso. Un CD que decía rotulado con sharpie “DP2”, un par de bocinas y un reproductor Denon.

En el cuarto estaban los Chemical Brothers (Ed y Tom), el productor de trip hop Nelle Hooper con su hermana Nene. En otro lado del cuarto estaba el ahora codiciado productor Stuart Price, en ese momento conocido como Jacques Lu Cont y su proyecto Les Rythmes Digitales, dos personas del sello y yo, a mis 25 años.

Discovery sonó de principio a fin, sin intermedio ni comentarios. Así comenzaban mis dosmiles.

“One More Time” fue un sartenazo en la cabeza. Ninguno de nosotros nos esperábamos algo con tanta genialidad. El disco parecía ser una declaración de guerra.

El álbum pasó rápido. Hubieron poquitas palabras de Guy Manuel y Thomas. No había mucho que decir. Al final, todos nos quedamos callados, y hubo un aplauso emotivo y esperanzador. ¡Larga vida a los franceses!

Y de ahí, nos fuimos a una fiesta enloquecida. No voy a contarle a mis hijos lo que pasó ahí. Sólo me acuerdo de tratar torpemente de meter mi ropa en la maleta para correr a Heathrow (el aeropuerto de Londres, Inglaterra) y no perder mi vuelo a Mexique.

Todavía hoy me sigo emocionando al escuchar, 13 años después, a un grupo que logró reacomodar las piezas del orden natural entre la música electrónica, el punk y el rock.