El indie pop proveniente de Londres y creado por Roxanne Clifford, James Hoare, Marion Herbain y Patrick Doyle, regresa en un disco de 13 canciones que funciona como la continuación en el camino y carrera de la banda. Se trata de un trabajo que no deja de lado el encanto con el que el cuarteto debutó en 2011 y que se nota construido con el mismo molde, pero que sin duda logra mostrarlos más compactos y completos.

Como la banda nos introduce a su disco es con “Tell me” y “Teenage”, canciones que engloban las características que aparecen a lo largo de su tracklist: ritmos de guitarra muy pegajosos, bajos que suavemente acompañan a sus baterías sutiles y por supuesto, un juego de voces femenina y masculina, convirtiendo a Waiting for Something to Happen una caja de música amigable que forma parte de aquellos discos similares a los de She & Him, Best Coast y Dum Dum Girls. Además, la mano del productor Rory Attwell, quien anteriormente ha trabajado con The Vaccines, Palma Violets, Yuck, entre otros, hace de este álbum una entrega mejor pensada y más profesional.

Irónicamente, la canción que le da nombre a este nuevo disco es una de las que inevitablemente nos recuerda a los sonidos del debut homónimo de Veronica Falls, pero sin caer en trivialidades  y líneas marcadas que al final nos maten de aburrimiento. De hecho, el camino a lo largo de canciones como “My Heart Beats”, “Buried Alive” y “Falling Out” es un claro ejemplo de la energía y vitalidad que el cuarteto logró plasmar en sus canciones de amor, canciones que van directo al corazón del aquel adolescente que gusta de cantar en la regadera.

Veronica Falls es una de esas bandas que logra sobresalir en su escena y mejorar con el tiempo; su nuevo álbum es cálido, cómodo y con intenciones tan sencillas como las de recrear situaciones que no son ajenas a nadie. A través de Waiting for Something to Happen, el indie pop de 2013 parece menos rosa y más multicolor.