The Prodigy provocó un frenesí incontrolable en el tercer y último día del Maquinaria Fest 2012 en el DF. Foto por Toni Francois

Texto: @lpalms

Sin darnos cuenta, llegamos al final. Las afueras de la Arena Ciudad de México estaban vacías, parecía un pueblo fantasma. Hubo menos puestos de playeras y pareció haber más actividad en el mercado a una cuadra del titánico inmueble. El cielo, algo oscuro y el aire helado. Todo esto a una hora de los primeros acordes; el principio del fin.

El tercer y último día del Maquinaria Fest fue extraño. Cambió tanto el público como el estilo de exponentes musicales de manera radical. El metal no tuvo cabida en esta última fiesta y todo lo vivido durante lo dos anteriores días solo era un vago y abstracto recuerdo que no encontró continuidad en el presente. Los videos proyectados en la pantalla central pasaron de Megadeth, Trivium y Rob Zombie a Green Day, Kings of Leon y The Bravery. El tercer día fue un Maquinaria diferente.

Desde Río de Janeiro, Kita, viajó a la capital mexicana para encontrarse con un festival vacío que de festivo no tenía nada. La gente que ocupó las gradas se pudo contar en menos de cinco ociosos minutos. En la pista se formaron unas cuantas hileras de personas que aplaudían el esfuerzo y buena presentación de los brasileños. Estos añadieron a su repertorio covers de Nine Inch Nails y Faith No More con los que salieron librados, sin pena ni gloria. En un momento tan cómico como triste, la vocalista, Sabrina, saludó con un “¡Hola México!”, lo que obtuvo un “¡Si ‘nomás’ somos veinte!” de un individuo del público.

Minutos después, subieron al escenario los Simplifires, un conjunto mexicano-irlandés que, de igual manera, dio una buena presentación e intentó interactuar con el público, al cual  enseñaron sus coros y la gente respondió.

Después de su corta participación, como por arte de magia, se empezó a llenar la pista, quedando más o menos a la mitad de su capacidad por el resto de la noche. Los ánimos subieron, los pies se calentaron y todo estuvo listo para Illya Kuryaki and the Valderramas.

El dúo argentino formado por Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur pisó el escenario y el día sombrío que parecía perdido cobró vida. El público comenzó a sacudir la pista al ritmo de la primer canción, “Chaco”. Durante una hora, el funk y hip hop callejero de los argentinos manipuló los pies y caderas de los asistentes a su antojo. El dúo que estuvo acompañado de una gran banda presumió su primer material nuevo en 11 años, Chances, tanto “Ula Ula” como “Funky Futurista” fueron bien recibidas, pero los mejores momentos se los llevaron los clásicos “Jennifer del Estéreo”, “Coolo”, “Remisero” y la última, “Abarajame”.

Con un suelo zapateado y calor humano, todo parecía estar listo para la fiesta gitana. Gogol Bordello subió al escenario y armó una fiesta desenfrenada con su gypsy punk. La presentación estuvo llena de momentos memorables. “Wonderlust King” hizo que todos convirtieran su mundo en simples coros y brincos. En “Immigraniada (We Comin’ Rougher)” Pedro Erazo, el MC ecuatoriano del colectivo, habló a favor de los migrantes y pidió unión; ésta fue la única referencia en los tres días a la alianza entre Maquinaria Fest y Amnistía Internacional. Finalmente, Eugene Hütz, líder de los gitanos, destapó una botella de vino y terminó la fiesta bohemia.

Después de este despliegue de energía, sucedió algo desconcertante, quitaron las proyecciones de videos musicales y pusieron electrónica propia de un antro acapulqueño de mala muerte. Sacudieron a los asistentes hasta el comienzo del último acto, The Prodigy.

Después de 20 minutos de retraso, salieron los músicos ingleses frente a una manta que anunciaba el título de su próximo disco, How to Steal a Jet Fighter. La presentación fue una mezcla de EDM, punk, rave y hardcore, acompañada de strobe lights, pérdida de audición y frenesí (el cual se desconoce si fue impulsado por sustancias ilícitas). El punto es que la pista se salió de control y no cedió hasta los últimos microsegundos de beats. “Voodoo People”, “Firestarter” y “Smack My Bitch Up”, entre muchos otros éxitos, hicieron temblar a los elementos de seguridad.

La edición capitalina del Maquinaria Festival 2012 resultó un buen experimento con mucho para mejorar y competirle a los gigantes. Si quieres jugar en las grandes ligas y codearte con los profesionales, tienes que estar a la altura. En cuanto a la calidad de los artistas y presentaciones, lo estuvo, pero muchas fallas en los sectores de organización y mercadeo alejaron al festival del éxito rotundo. No se entiende la decisión de hacerlo de tres días y con precios más caros, en Guadalajara los precios fueron más accesibles y la duración fue de dos días. Esto provocó que durante los tres días muchos lugares se vieran vacíos y, el hecho de armar dos días de metal y uno más “variado”, segregó al público mexicano y le quitó forma e identidad al festival. En fin, hay mucho que aprender pero esperamos con ansias el Maquinaria 2013.