Tito F. se parece al hombre absurdo de Albert Camus. Ya sabe que la vida carece de sentido, tanto como la historia y la realidad toda, y esto lo reconforta porque con Camus sabe que, si hubiera un sentido en la existencia, estaríamos condenados a ser sus esclavos.

Tito F. desconfía de la Historia y sus mayúsculas, cuya pompa engañosa suele estar al servicio de intenciones torcidas, cuando no pestilentes. Por eso necesita de una purga.
Hitler y sus esbirros inventaron la propaganda política moderna; Stalin y los suyos se hicieron precursores del Photoshop. En uno y otro caso, la idea era mentir para torcer la historia y plantarle mayúsculas a modo.

La prueba contundente de que la Historia engaña está en su sospechosa verosimilitud. La realidad es todo menos verosímil: sólo en eso supera a la ficción. Tito F. no intenta ser verosímil y, de hecho, se resiste con uñas y dientes a implantarle un sentido a lo que no lo tiene, al extremo de arrebatárselo arbitrariamente, que es justo lo contrario de lo que hacían los estalinistas.

Cuando libra a la imagen de piernas o cabezas, Tito descubre planos escondidos y devuelve la foto a su misterio: esa zona de dudas olvidadas que la certeza histórica pretendió arrebatarles.

¿Qué hacen? ¿De dónde salen? ¿Por qué están donde están las mujeres de estas fotografías? En lo que a mí respecta como espectador, se han pasado una vida esperando recobrar su dimensión perdida y, finalmente, vuelven como fantasmas, que es lo que siempre fueron y serán.

La realidad es el primer fantasma, y las fotografías son su caricatura. Por eso a Tito F. le urge corregirlas, y todavía mejor: jugar a corregirlas. Si la voz del poder solía opinar que “el que se mueve no sale en la foto”, estas fotos no cesan de moverse y, de paso, mover a quien las mira. Imposible permanecer impávido.

Espectros con pistola, pelota de futbol o raqueta de bádminton. Presencias chocarreras que subvierten el orden de las cosas y se esfuman de pronto del objetivo porque ya intuyen que el gran fraude comienza por el embuste de la objetividad. ¿Quién dijo que las cosas tenían algún orden?

Si los objetos son vulnerables al miedo (cosa que a estas alturas sería temerario descartar), es de creerse ya que el legendario Archivo Casasola tiembla de sobresalto ante la perspectiva de caer en unas manos como las de Tito.

Si otros se justifican gimiendo que la Historia los absolverá, Tito F. ya sabe que el papel de la Historia y sus mayúsculas es condenar a todos al olvido por la vía expedita de la mentira. En lo que a él respecta, no hay otra realidad que la ficción: esa purga exquisita sin cuya intromisión la verdad objetiva resultaría al menos indigesta.

Vice Gallery presenta: Tito Fuentes de Bang Buro
Fecha: Del 26 de mayo al 26 de junio, 2011
Lugar: Vice Gallery
Dirección: Mérida 109, Roma
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