Para algunas personas, hablar de rock n’ roll en pleno 2020 parece algo viejo, gastado y en muchas ocasiones hasta aburrido.

La nueva generación necesita cosas nuevas en su día a día y es verdaderamente desgastante el sentarse a escuchar el clásico discurso casi fascista que los rockeros de antaño suelen dar: “es que ya no se hace música como la de antes. Ustedes, ¿qué van a saber de rock?”.

Pero, la verdad es que uno nunca realmente sabe de rock hasta que los años pasan y le pegan en la cara.

Uno no sabe que está consumiendo rock n’ roll hasta que los días, meses y años nos pasan encima y, de repente, como un golpe sin aviso, las memorias llegan a nuestra cabeza y recordamos ese momento específico, esa hora épica; ese algo mágico que detonó en nosotros y en los demás un cambio tan poderoso que pasaría a la historia.

Esa pequeña cosa que llamamos “rock n’ roll”.

Y si no lo creen, pueden entonces revivir aquel concierto de Nirvana en el Trees Club de Dallas en el año 1991.

Si no nos equivocamos, este histórico concierto sucedió en el mes de octubre y absolutamente todo lo que pasó fueron pequeños ingredientes para una fórmula de caos.

Pero del caos nacen cosas increíbles y el primer ingrediente de toda esta explosión fue el hecho de que tanto medios como promotores, público y management sabían que este sería el último concierto en la historia de Nirvana que se tocaría en un foro tan pequeño.

Faltaban cinco horas para que el show comenzara y la gente comenzaba a hacer fila en el Trees Club, foro que llevaba meses cerrado pero alcanzó a obtener los permisos para realizar este show.

Kurt Cobain venía hastiado de firmar autógrafos en el backstage del lugar, donde además el clima era terriblemente caluroso y húmedo, por lo que tanto él como todas las personas en el interior estaban hartas y de un humor terrible.

Eso nos lleva al segundo ingrediente de todo esto: el encargado de producción comenzó a pedir las cosas de la peor manera posible.

Alegando que el club no tenía la seguridad necesaria, amenazó con cancelar todo si no conseguían al menos tres personas de seguridad que evitaran que la gente se subiera al escenario.

Al hacerlo, el foro contrató a una persona llamada Turner Van Blarcum, un tipo que abiertamente decía encontrar a la música de Cobain como “desagradable”, pero que necesitaba el dinero y aceptó el trabajo.

Kurt, al saber que no había “suficiente seguridad” y que su equipo había amenazado con cancelar si no la conseguían, lo primero que hizo al subir al escenario fue comenzar a incitar a la gente a subirse al mismo. El show continuó con un Cobain bastante agitado que una y otra vez invitaba al público a perder la cabeza cuando de por sí se encontraban ya apretados pues en el espacio cabían 700 personas y el dueño metió a 1,000. Eso eventualmente detonó en el siguiente gran ingrediente:

Kurt brincó al público y Turner, el de seguridad, intentó jalarlo hacia el escenario por su propia seguridad.

Sin embargo, al mezclar todos estos ingredientes, Kurt terminó estrellando su guitarra en la cabeza a Turner, quien rápidamente le respondió a Cobain con un derechazo en la quijada dejándolo casi noqueado y confundido, pero no lo suficiente como para regresar a su guitarra, hacer ruido con ella y luego aventarla a la batería.

Todos en ese momento juraron que esto acabaría en un portazo terrible con el foro siendo demolido por los fans. Sin embargo, su manager corrió por Dave Grohl y Krist Novoselic para convencerlos de tocar, encontrar a Kurt y regresar al escenario.

Cuenta la leyenda que, de no haber logrado el concierto de Trees Club hubiera sido incendiado por los fans, pero Nirvana regresó al escenario y terminó de tocar su show.

Pero eso no es todo. Al terminar, Turner esperó a Kurt afuera del edificio y cuando lo sorprendió huyendo en un taxi, reventó el cristal a puñetazos y lo amenazó con reventarle la cabeza a golpes.

Eso eventualmente no sucedió ya que más gente de seguridad sometió a Turner, permitiendo que la banda se fuera para después, pagar por todos los daños que le provocaron y las cuentas médicas.

Pero eso sí, bueno o malo, todo fue parte de un caos que detonó en el concierto más salvaje que Dallas había visto en su historia en foros de ese tamaño.