Texto por César Torres

Si se pudiera comparar al cine con la comida, ‘1917’ sería ese platillo tradicional de tu familia que ha pasado de generación en generación y que hay que replicar a la perfección para que nos evoque ese recuerdo de comer en casa de la abuela. Curiosamente el cine y la cocina comparten también su forma de acomodar los ingredientes que resultarán en nuestro platillo, o en este caso, en nuestra película épica de época. 

Para cocinar se usa el “mise en place“, que se refiere al acomodo de los ingredientes previo a su preparación para saber que no se nos olvida nada. En el cine, en cambio, se usa el “mise en scene” o puesta en escena, que se refiere al acomodo de las cosas dentro de nuestro cuadro. Y en ninguna otra película de este año la puesta en escena había sido tan perfecta, tan cuidada. 

Para la receta de 1917 necesitamos:

• Un director conocido mundialmente

• Un fotógrafo nominado en múltiples ocasiones al Oscar (14)

• Una tema político (a 100 años del fin de la primera guerra mundial)

• Un plano secuencia magistral…

Mucho se ha hablado de la proeza que es este plano secuencia y que nos recuerda a las pláticas en torno a la misma técnica usada recientemente en ‘Birdman‘ y antes, aunque mucho menos referida, en ‘El Arca Rusa’. Es a través de este movimiento sin fin que recorremos la historia de ‘1917‘, que empieza rápido y nos engancha de manera casi inmediata con nuestros personajes. 

Para quienes somos ávidos gamers, la imagen a veces nos evoca esas largas noches jugando ‘Medal of Honor’, con la incertidumbre de no saber lo que hay del otro lado de una trinchera, de una esquina. Exactamente este factor del miedo a lo desconocido es algo que se usa en múltiples ocasiones en la película, manteniéndonos en la orilla de nuestro asiento, agachándonos cuando nuestros personajes lo hacen e incluso manteniendo la respiración por unos segundos.

‘1917‘ es un logro técnico por donde sea que se le mire: el diseño de sets, el vestuario, el diseño sonoro y obviamente, la fotografía. El trabajo de Roger Deakins es lo más cercano a la perfección, creando cortes suaves para mantener el sueño que es su plano secuencia. Para quienes amamos el cine, nos deja boquiabiertos ante los movimientos de cámara y nos hace preguntarnos acerca de la planeación que requiere algo así. Se viene a la mente la película china Long day’s journey into night‘, que hace un plano secuencia de media hora y que, leyendo en entrevistas, tomó meses de planeación.

La mayoría de la crítica ha ido dirigida hacia la poca profundidad de los personajes, aunque de hecho, podría ser considerado un acierto. El tema de la película es acerca de los héroes sin capa, de las canciones de soldados sin nombre. Es justo por esto que también los actores principales no son tan conocidos como los cargos mayores, interpretados por Colin Firth, Andrew Scott y Benedict Cumberbatch.

Al final, ‘1917‘ termina siendo una película que usa una receta clásica para el éxito. No es un platillo fusión o un globo comestible de manzana. No innova en sus formas ni en su historia. Pero todo esto no es algo malo. Es, más bien, comer un platillo que ya conoces recreado a la perfección. Todo está en su lugar, todo sabe a lo que tiene que saber.