Texto: Felipe Corrales.

Todas las fotos cortesía de Cesar Torres en película de 35 mm.

La edición 16 de Mutek México nos dejó grandes recuerdos entre el arte digital y la música electrónica.

El punto clave de toda la oferta de contenidos que tiene el festival siempre se maximiza en sus noches nocturnas, desde el venue hasta las instalaciones se unen en una experiencia pulcra y sensorial. 


Mutek siempre se ha caracterizado por una perfecta mezcla de sensaciones y esto se puede ver en cada una de sus Salas, los géneros son tan variados que la atmósfera en cada uno de estos sets reúne gente de distintos gustos.

El primer día de los Nocturnos también nos deleitó con la leyenda mexicana que es Murcof y su experiencia audiovisual en compañía de Jimmy Lakatos. Lásers que hacían una fragmentación de luces y sonido sobre una manta frente a la Sala A.


Entre lo que pudimos observar podemos destacar actos como los de John Talabot el cual elevó el primer nocturno con una fina selección de beats en forma ascendente. Así mismo dentro de la Sala B Caterina Barbieri hizo de la música un hilo de amor y sensibilidad.

Sala B tuvo un performance emocional a cargo de Tim Hecker, un recurrente de Mutek, que en esta ocasión nos ofreció una puesta musical con el ensamble japonés The Konoyo.

Sala C contó con actos como James Place y Concepción Huerta, shows de atmósferas basadas en la experimentación y sutileza. Sin duda alguna esta sala dentro de Mutek es la que experimenta más con sus sonidos e interpretaciones.


Hablemos también del lugar, la fábrica de Henry Ford desde hace ya tres años ha albergado los nocturnos y la experiencia se hace distinta, el lugar es tan grande que muy difícilmente se llegan a empalmar los sonidos de cada uno de los escenarios.

Instalaciones visuales, Mutek un paraíso de audiovisuales.

Nos queda bien claro: la estructura visual que tiene cada una de las Salas, depende del acto, la parte audiovisual cambian de emociones y texturas, pero en esta ocasión Mutek tuvo excelente curaduría de instalaciones.

404. Zero. pres 1.0. 

Era un túnel rectangular el cual jugaba con el sonido y su viaje a través de la luz, en el ritmo se podían percatar todos aquellos detalles que las luces experimentaban en esta pieza.


Brian Eno. Condensor

Cuando llegó el anunció de esta instalación, la expectativa detrás de la leyenda que es Eno nos aumentó la emoción de vivir de cerca esta pieza por parte del artista británico. 

Condensor era una sala que a través de audífonos reproducía un fino ambiente que se complementa con el cambio de colores de la pantalla exhibida. El único inconveniente en esta instalación es que en ocasiones la música de la Sala A era tan fuerte que se perdía la concentración de la experiencia.

Max Cooper & Architecture Social Club. Aether.

Con otro nombre ya clásico en Mutek como lo es el de Max Cooper, la pieza montada significaba una sensación de delicadeza y proyección visual. Aether fue ubicada dentro de la Sala C y cada vez que se reproducía los asistentes quedaban perplejos ante la forma en la que la luz y la música formaban patrones no geométricos. 

Intus. Reflex 

En la parte nacional, esta pieza era un juego entre la deformación de la materia y su múltiples formas, una pantalla que exponía ciertas texturas que conforme avanzaba el tiempo lograban encontrar una interpretación distinta para al final volver a su forma original.


Circle Of Life y la camada de proyectos nacionales.

La segunda noche de Mutek nos entregó dos grandes artistas, la primera fue la gran representación nacional en cada una de sus Salas, proyectos como Rodrigo Martínez y Guillermo Olvera con su set Variaciones, fueron parte del inicio de las actividades. Por otro lado también en la parte nacional tuvimos a Koi, Sol Ossel y Wasted Fates, proyectos que fueron protagonistas en dentro del Nocturno 2. 

Para el cierre de cada una de las Salas hubo tres exponentes que nos hicieron erizar la piel, el primero de ellos fue Circle Of Life a través de su set de improvisación durante seis horas.

Esta presentación también nos mostró un escenario en 360º que desde cada uno de sus perspectivas nos mostraba a cada uno de los integrantes del proyecto. Circle Of Life tenía tres estaciones en la que  Frank Wiedemann, Mathew Jonson & Sebastian Mullaert hacían música por separada para en ese mismo momento integrar todos sus sonidos.

El cierre en Sala B Y C quedó a cargo de Dj Lag y Tomás Urquieta, el primero mencionado ofreció un set de tornamesas con un toque entre el techno y el beat sudafricano, una fina selección para este final; mientras el chileno hizo uso de sus habilidades para dar un dark techno y una fusión minimalista del industrial bass.

Como cada año, Mutek fue intenso, oscuro y sensorial, un festival que mete en nuestras cabezas miles de texturas y emociones a través de dos noches de baile y percepción visual. Esperamos ya con ansias los Nocturnos del 2020.