Texto por Daniel Soto.

Fotos por Marisol Martínez.

Si se pudiera utilizar sólo una palabra que definiera lo ocurrido en Corona Capital Guadalajara, sin miedo a errar podríamos utilizar “Expansión”. Un festival que habiendo conseguido todo en la Ciudad de México, apuesta por una plaza no menos valiosa o entregada.

Aun cuando no estamos hablando de la primera edición, Corona Capital GDL 2019  es una confirmación de lo que poco tardamos en identificar. Una ciudad llena de público listo para la fiesta de la capital.

Daba la 01:00PM y en el estacionamiento del Estadio Akron las largas filas empezaban a transformarse en lo más parecido a las estampidas animales. Poco a poco cada uno de los asistentes entraban para poder disfrutar de todo lo que esta edición tenía para dar.

Boy Pablo fue el indicado para dar inicio a la fiesta, entre ataques de risa que proyectaban una actitud sumamente divertida, los noruegos dieron una catedra de como comenzar un festival.

Envueltos en un misticismo que iba más allá del género y la esencia queer, Kevin Barnes y of Montreal solamente hicieron lo que saben hacer, deleitar con un espectáculo que no te deja estar quieto, te mantiene activo y con ganas de bailar en cada canción.

A Kimbra la queremos mucho. Kimbra es amor, Kimbra es elegancia y Kimbra es talento. Cada una de las canciones tomadas de sus tres álbumes increíblemente explotaron al público de CC. Holy Ghost! tenía todo para romperla. Energía, un público encendido y un buen spot. Y, ¿saben qué? No desaprovecharon nada.

Con Rhye, no sé si fueron los rayos del sol los que me pusieron sensible y me adentre en un momento introspectivo, al ritmo de “Open” me tomaba los últimos tragos de mi cerveza asentados ya. Un momento que todos los que estábamos ahí parados disfrutamos a pesar del clima, y que ninguna condición climatológica adversa fue capaz de arrebatarnos.

Goo Goo Dolls y Yeah Yeah Yeahs agregaron el factor nostálgico a esta celebración. Al son de temas como “Iris” y “Heads Will Roll” respectivamente, nos dimos cuenta que el legado de ambas bandas no conoce generaciones, ni mucho menos límites creativos.

Para el momento en que Phoenix subió al escenario, ya todo estaba servido para el atascarnos del plato fuerte. El sol se había marchado, el alcohol ya estaba poniéndonos felices y las horas de convivencia nos había convertido hermanos. Una canción sin fin y miles de bocas cantando sin dar respiro, toda una generación que se moría y nacía en cada nota.

Si pudiera definir lo que The Chemical Brothers produjo en mí, honestamente preferiría callarlo. No necesito entenderlo, para saber que mentalmente me fui. Pero no me fui solo, me fui tomado de la mano de los visuales tan impecables, los lasers y las explosiones de sonido que a más de uno atraparon y dejaron inmóvil pese a estar rodeado de ritmos frenéticamente bailables.

¿Qué se puede decir de Tame Impala que no se haya mencionado ya? Los australianos llegan y conquistan donde pisan. La banda más esperada de la noche, a pesar de haber recortado su set media hora, esto no inmuto a los fanáticos que llevaban horas esperando por Kevin Parker y compañía, en el rayo del sol y entre las tormentas de arena.

PLUS: Entre espectáculos nos dimos también la oportunidad de pegar el baile con Chromeo y Dillion Francis. El Levis Tent parecía ser uno de los escenarios menos explorados, sin embargo, para nosotros fue un respiro, un desestrés y una ráfaga de movimientos acelerados que conectaron nuestro corazón con nuestros pies.