Siempre hubo “un algo” en “Kingdom Hearts”.

De lejos, parecía una versión infantil de lo que los complejos y muy, pero muy cargados títulos de Final Fantasy, Chrono Cross o Xenogears nos presentaban.

¿Qué es eso de jugar con el Pato Donald o Goofy? ¿Es acaso esto una broma?

Antes de que Disney se convirtiera en el monopolio que es, antes de que Mickey se convirtiera en el verdadero emperador de Star Wars, y antes de que Walt Disney fuera el auténtico “Nick Fury” de los Avengers, lo de Kingdom Hearts no se sentía como un “takeover” o un movimiento “inncesario”.

Existía una cierta “melancolía” implícita; un aire casi “emo” en su historia y de nuevo, “un algo” que nos hacía explorar este videojuego con pasos firmes pero dudosos, que eventualmente nos llevaron a enamorarnos de él.

Hoy, por fin la tercera entrega del videojuego ha llegado y sí, es arte puro.

Lejos de los increíbles gráficos y los suaves procesos de movimiento que el Unreal Engine 4 genera, Kingdom Hearts ha ganado todavía más realismo en su gameplay sin atentar contra el caricaturesco feeling de todo el videojuego.

En general, no daremos ni un solo spoiler, sin embargo, la manera en que la trama es manejada para dar un cierre que tardó 14 años en llegar, toca varios ejes de la melancolía implícita en juegos como Final Fantasy X, mismo que desde un inicio apuntaba a que habría lágrimas y por ende, cada aspecto del juego que provocaba sonrisas, se aprovechaba al máximo por parte del jugador, y cada aspecto que nos acercaba más al inevitable y poderoso final, se aprovechaba al máximo y en lágrimas por parte del jugador.

Y eso es Kingdom Hearts III.

Un cierre, una despedida. Es como ver el último capítulo de tu serie favorita o leerte la última página de tu libro preferido.

Kingdom Hearts se termina y con él un capítulo de nuestra infancia/adolescencia con él.

En una era en que los gamers generan tanto dinero como los futbolistas, vale la pena dejar a un lado los aspectos banales de estos trabajos y apreciar el arte, el contenido; las historias que genios como Tetsuya Nomura logran con obras como Kingdom…