Texto: Marisol Martinez

Fotos:Emmanuel Guerrero

¿Alguno de ustedes sabía que Damon Albarn tiene un trabajo de ‘oficina’, igual que todos nosotros?

Su día empieza poco antes de las 10:00 am al oeste de Londres, en donde vive en compañía de su esposa e hijos. Una vez listo, sale de casa y da un paseo en bicicleta para llegar a su estudio. No maneja desde hace casi 20 años, perdió su licencia y poco le ha importado renovarla.

Una vez en el estudio, y antes de hacer nada, mete al extractor cualquier fruta/verdura que tenga a la mano para hacer jugo, mismo que ofrece a todo aquel que ahí se encuentre . De 10:00 am a 5:00 pm, de lunes a viernes, Albarn se dedica a crear. A darle vida a cualquier idea fugaz que haya cruzado por su cabeza y tenga potencial para poder convertirse en una gran canción. A contactar artistas, grandes y pequeños por igual para nutrirse de nuevos métodos. A descubrir nuevas maneras de crear.

Foto: Emmanuel Guerrero

Ayer, en punto de las 09:30 de la noche, Damon Albarn salió en compañía de 12 extraordinarios músicos ante un Palacio de los Deportes atiborrado hasta lo más alto de sus gradas, con más de 20 mil personas que sabían (o quizás no) que esa sería la última vez que Gorillaz tocaría en 10 años, según lo declarado por Albarn poco antes de llegar a México.

Qué afortunados todos los que fuimos testigos del momento más íntimo de este proyecto que durante sus dos décadas de existencia ha buscado y encontrado. Ha experimentado y entregado seis materiales completamente diferentes entre sí. Atestiguamos disciplina, asombro, tenacidad y perseverancia de uno de los genios musicales más importantes de nuestros tiempos. Se nos mostró creatividad en su estado más puro. Qué afortunados fuimos, de verdad.

“Gorillaz no se trata de nada específico. Es muy ingobernable. Puedes ir a cualquier parte y hacer cualquier cosa, y ese es el objetivo de ello. No hay agenda. Voy con lo que es emocionante y lo hago funcionar, porque puedo dar mi mano a cualquier cosa, musicalmente hablando. Además, yo podría seguir tocando canciones para el próximo año o dos. Entonces, deberías mirar este álbum como el núcleo de algo mucho más grande”.

Foto: Emmanuel Guerrero

Las palabras que Albarn ofreció a The Guardian hace poco más de un año durante el lanzamiento de ‘Humaz’ resonaron una por una contra la pesada cúpula de cobre del Palacio de los Deportes. Valla que fue un show ‘ingobernable’.

“Tranz”, el segundo track de ‘The Now Now’ aperturó las dos horas de concierto que la agrupación ofrecería. Dimos saltos hacía delante y hacía atrás. Escuchamos canciones de toda su trayectoria musical. Los vimos complementarse arriba del escenario. Comprobamos que para ser el líder de un un gran proyecto, hace falta estar rodeado de grandes personas, de tener la fortuna de poder llamarlos familia.

“Me encanta trabajar con personas. No me gusta estar solo en el estudio. Y lo sorprendente de trabajar con otras personas es que cada uno tiene su propia manera de hacer las cosas. Me encanta.”*

Foto: Emmanuel Guerrero

Cada que Damon desea colaborar con alguien, le manda una carta. Así es, no les dirige un correo, ni les llama por teléfono. Les escribe una carta, y lo hace por igual con artistas consagrados (como Snoop Dog o Morrisey) que con nuevas promesas como Peven Everett, quien a los 10 años ya sabía tocar batería, guitarra, bajo, flauta, piano, trombón y trompeta, influenciado por el gospel, jazz, blues y ritmos africanos. Everett salió en dos ocasiones para cantar “Strobelite” y “Stylo”, esta última en compañía de Bootie Brown, joven rapero de la costa oeste,  uno de los cuatro miembros fundadores del innovador grupo de hip hop The Pharcyde.

Pero no todo fueron rostros desconocidos, “Superfast Jellyfish” se engalanó con la presencia de Pos y Dave de De La Soul, y cuando llegó el turno de “Feel Good”, la alineación completa del trío de Long Island salió al escenario. Una locura, vasos volando, gente bailando.

Foto: Emmanuel Guerrero

Hacia la recta final, la familia que ha conformado Gorillaz por cerca de 20 años comenzó a despedirse arriba del escenario. Se abrazaron, estrecharon manos, como si una parte de ellos fuera a quedar ahí para siempre. El otro corazón del proyecto, Jamie Hewlett apareció con todos los reflectores encendidos para recibir la ovación ensordecedora de sus admiradores.

Damon y Jamie compartían departamento cuando eran muy jóvenes. A los dos les habían roto el corazón, y lograron canalizar toda esa frustración en un nuevo y emocionante proyecto. Quién diría que ambos se alejarían y romperían toda comunicación durante tres años en el año 2011 cuando la relación ya no daba para más.

“Observen todo esto, porque pasará mucho tiempo para que lo vuelvan a ver. Hemos estado en el camino durante dos años y, prácticamente todos y cada uno de los que están sobre el escenario son mi familia. Los amo mucho a todos. Gracias”

¿Ustedes también se sienten afortunados?

Foto: Emmanuel Guerrero

Foto: Emmanuel Guerrero

Foto: Emmanuel Guerrero

Foto: Emmanuel Guerrero

*The Guardian, 2011.