200 años de nuestra civilización perdidos para siempre: El mundo llora el incendio del Museo Nacional de Río de Janeiro.

La tarde de este domingo los espectaculares internacionales estallaban con la noticia de que el Museo Nacional de Río de Janeiro, cuya existencia databa del año 1818, era vorazmente consumido por un incendio que con sus llamas borraba 200 años de historia en cuestión de minutos. Así como así.

El imponente castillo que en sus primeros años de vida fungió como casa real, después residencia imperial y, por último, hogar de una de las mayores colecciones de historia natural de todo el mundo sufrió un incendio reportado al rededor de las 19:30 hora local (2230 GMT) cuando ya había cerrado. En su interior se encontraban únicamente 4 vigilantes que afortunadamente, pudieron salir sin ninguna lesión. Aún se desconoce la causa oficial del incendio.

El fastuoso museo albergaba una impresionante colección de cerca de 20 millones de artículos pertenecientes al desarrollo de la historia precolombina, la recopilación más importante en America Latina sobre la cultura egipcia, una importantísima colección paleontológica y también, la recopilación más importante en la región sobre arqueología clásica de la cultura greco-romana y etrusca. La colección era tan basta y rica que solamente el 1%  se encontraba en exhibición.

¿Cuáles eran las piezas más importantes que resguardaba el museo?

  1. El esqueleto de Luzia

Luzia era la joya imperial de la corona, sin lugar a dudas. Se trataba del esqueleto humano más antiguo de todo el continente al momento de su descubrimiento en 1975, en una cueva de Lapa Vermelha en el estado de Minas Gerais. La pruebas realizadas permitieron estimar que sus restos databan de 11,400 años, lo que la convirtieron en el hallazgo más antiguo de una mujer americana, título que después le fue despojado por Eva de Naharon.

Su descubrimiento destapó toda una ola de nuevas teorías sobre el origen del hombre americano.

2. Colección de arqueología egipcia.

Las llamas también se llevaron la colección más importante, basta y antigua dentro del continente sobre la cultura egipcia, que contaba unas 700 piezas entre las que se encontraban momias de niños, adultos y animales que originalmente pertenecieran al explorador italiano Giovanni Battista Belzoni, quien exploró las regiones de Tebas (actual Luxor) y el Templo de Karnak.

La gran mayoría de ellas ingresó a Brasil luego de que el emperador Pedro I las obtuviera a través del comerciante Nicolau Fiengo en 1826.

3. El meteorito de Bendegó.

El Museo de Brasil preservaba a este gigantesco meteorito de más de 5 toneladas de peso que al momento de su descubrimiento en 1784, figuraba como el segundo más grande encontrado en todo el planeta.

Debido a su naturaleza ígnea se cree que podría ser una de las pocas piezas en ser rescatadas, pero se ha reportado que su localización podría dificultarse debido a que la mayor parte de la estructura del edificio colapsó.

4. Acervo de arqueología clásica.

Entre las paredes del imponente museo no sólo se hallaban restos de la civilización brasileña, sino que también custodiaba una colección de 750 piezas provenientes de las culturas greco-romanas y etruscas también considerada como la más copiosa e importante en Latinoamérica.

Entre sus piezas destacaban esculturas de la antigua Grecia, frescos recuperados en las excavaciones de las ciudades italianas de Pompeya y Herculano, vasijas y cálices que fueron traídos a Brasil por Teresa Cristina, esposa de Pedro II y también por la reina Carolina Murat, hermana de Napoleón Bonaparte. 

 

5. Colección paleontológica.

El museo poseía un impresionante acervo de más de 56,000 ejemplares de fósiles de dinosaurios que habitaron la región hace más de 11, 000 años y que lograron convivir con el hombre. Tal es el caso de tigre dientes de sable o el perezoso gigante.

La réplica del Maxakalisaurus Topai, un herbívoro gigante de 9 toneladas de peso y 13 metros de longitud tenía una sala sólo para él y era una de las grandes atracciones de la institución.