Texto por Claudia Jiménez

Fernando Jiménez no es cualquier cualquiera. De hecho, desde el domingo pasado, está más cerca de ser el Cristobal Colón de la Cuarta Transformación. Vive en Querétaro, es psicólogo, sonero y también escritor. Alguna vez ganó un premio nacional de cuento fantástico y por esa razón es odiado por algunos y amado por muchos más. También es panadero, hace unos alfajores imperdibles que saca de vez en cuando como en ediciones especiales; por supuesto, en sus ratos libres bautiza cosas con singular cábula.

Un buen domingo (el pasado), fue como siempre a la panadería El Manantial, cuando se encontró frente a su destino: el hallazgo nacional de esta semana. El rayo divino iluminó unos panecillos con formato de mantecada y cabeza de concha. Los compró, los bautizó y al llegar a su casa les tomó una foto que subió a Facebook… El resto es historia.

A continuación, habla el inventor de las manteconchas:

Yo:  Las manteconchas están por todos lados. Ya puedes vivir tranquilo.

Fernando: Otro sueño realizado. Ser la Lady Wuuu de la panadería.

Yo: Ganando como siempre. ¿El panadero terminó llamándoles manteconchas?

Fernando: ¡Sí! Mi sueño es que le sigan diciendo manteconchas y que mis sobrinos crezcan sabiendo que yo les puse el nombre. Me siento como el inventor de la manteconcha, soy como Cristobal Colón, no inventé América, pero sí inventé América.

Yo: Nunca pensé vivir para conocer a alguien así. Ya hiciste un clásico popular.

Fernando: Ojalá dure en panaderías. O sea, siempre hay panes que ni sabemos su nombre y que duran toda la vida. Este, aunque desaparezca del mame, debería quedarse en los negocios.

Yo: Es como con las paletas de conejitos, que después las demás paleterías las hicieron y la paletería original terminó siendo una cadena.

Fernando: jajajajajaja. Yo amo a mi panadero, quiero que triunfe, que le gane a La Esperanza.

Yo: Después de esto, él te amará a ti. Te debería dar manteconchas vitalicias.

Fernando: Con que le baje dos pesos a la leche deslactosada, me doy por bien servido.

Yo: ¿Y sí están buenas?

Fernando: Sí, pues son conchas. De la mantecada sólo tienen el formato.

Yo: Pero el tipo de textura del pan es diferente en la concha y la mantecada. ¿Cuál conserva?

Fernando: Es masa de bizcocho, no de mantecada.

Yo: Es toda una fusión. ¿Qué tan dulce es?

Fernando: Como concha. La masa es para pan dulce, el empaste manteca vegetal con azúcar glass.

Yo: Literal es una concha con forma de mantecada.

Fernando: Es que es más complejo, es como decir que la torta de tamal es literal un tamal en una torta, la fusión y el formato producen la experiencia.

Yo: No, pero sí es el literal un tamal en una torta. Jajjaja.

Fernando: sí, pero no hay más mantecada que el capacillo y la forma de honguito. Cabeza esponjosa, cuerpecito dentro del capacillo.

Yo: ¿Y cuánto tiempo llevan las manteconchas en exhibición?

Fernando: Empezaron el sábado. Yo las compré ese día, subí la foto el domingo y ya, explotó el mundo.

Yo: ¿Seguirás comiendo manteconchas?

Fernando: Sí. Pero espera, hay cosas que debe saber: Me escribió una chica de Sonora que me dijo que su abuelito había inventado la receta desde hace veinte años y que allá se llaman Mantequillazos o algo así. También me escribió un panadero que dice que se inventaron en Veracruz. Me mandó una foto.

Yo: ¿Y sí son iguales?

Fernando: Pues sí se parecen. No son tan cabezonas. O sea, hay todo un debate sobre la genealogía de la manteconcha. La única certeza que tenemos es que yo les puse el nombre, como Adán, que al nombrar dotaba de existencia.

Yo: Volviendo a la experiencia de la manteconcha ¿Entraron a tu top de panes?

Fernando: Es que pienso que su oferta no es la calidad de un producto gourmet, sino un homenaje a dos de los panes más memorables de la tradición mexicana. En todos los lugares se desayuna y cena conchas. Las mantecadas siempre han existido, son dos de los panes que más se consumen, y en cuanto a su producción son muy baratos. Son los dos panes de la banda por excelencia.

Yo: Claro. Ahí está su valor.

Fernando: Y es un mame extraño. No es el Frappé de Arcoiris de Starbucks, es un mame de la banda para la banda. O sea, la manteconcha está a seis pesos ahorita. La gente se forma y se lleva de a diez.

Yo: El panadero debe estar que no se la cree.

Fernando: Exacto. Él no sabía nada. Llegaron pidiéndole manteconchas y él como: “¡¿Qué es eso?!”, le explicaron y ya se puso a hacer. Esa noche yo fui y le expliqué todo y hasta uno de sus ayudantes dijo “Ah, con razón”. Él siguió incrédulo, pero cuando me despedí me regaló seis manteconchas. Lo que me agrada es que es un buen panadero, chambeador, desde que yo iba en la primaria le comprábamos.

Yo: Qué chido. Eso es ser un digno miembro de tu comunidad.