¿Cómo comparar un festival de EDM con un concierto de ska, de rock, de metal, o de punk?

Si dejas que la música tome control de tu cuerpo y te dejas mover con la violencia a la cual se presta, te vas a percatar que no hay mucha diferencia entre un género y otro. La ausencia de letras en la gran mayoría de los sets no le resta ningún mérito a la música, sino al contrario, pone en evidencia la naturaleza corporal de su sonido.

El EDC México es una ruta de escape con un fuerte atractivo. Aquí uno pierde conciencia del Yo responsable para transformarse en el Otro salvaje. Por dos noches nos olvidamos de la semana laboral o escolar, y nos perdemos en las ondas de sonido que emana de los amplificadores. Nos encanta que el cuerpo retumbe en respuesta a los bajos demoledores, y que la sangre circule con rapidez, acentuando nuestras emociones.

Cierto, no son pocos los que sólo vienen a socializar y a “dar el rol” por el Autódromo Hermanos Rodríguez, pero cada quien es libre de sacarle provecho a su entrada como a cada quien le guste. El atractivo del carnaval reside en su variedad de opciones para que no tengamos que estar delante de un escenario por seis horas, bajo un sol que no nos esperábamos después de un primer día nublado.

Es evidente que el EDM está aquí para quedarse, aunque sea por un par de años, en lo que llegue otra generación que se cuelgue de una nueva tendencia. Y cuando eso sucede, esperemos que no carezca del escapismo que caracteriza al EDM. Pero por el momento no tenemos problema con animar la fiesta con las mezclas de Oliver Heldens, Nicky Romero, DJ Snake, y Axwell & Ingrosso.

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